Menos globos y más concertación

Carlos Santibáñez García, representante estudiantil en el Consejo Universitario,  reflexiona sobre la reciente marcha de estudiantes de la PUCP.

Él nos cuenta:

El jueves 9 de septiembre, un grupo de alumnos salió a marchar por varios motivos relacionados con el juicio que nuestra Universidad mantiene con el cardenal. No obstante, en mi opinión la marcha careció de lo más importante: la contundencia. Valga la analogía: un paro se considera exitoso cuando se logra “paralizar” realmente a una localidad; una marcha es exitosa cuando logra ser convincente y mediática.

En primer lugar, el número de participantes dejó mucho que desear: asistieron entre 600 y 700 alumnos, lo que equivale a algo más del 3% del total de estudiantes de esta Universidad. Estoy seguro de que son muchísimos más quienes están en contra de las pretensiones del cardenal, pero esta cifra lamentablemente no muestra hacia afuera que entre el estudiantado exista un rechazo general contra Cipriani.

En segundo lugar, creo que cuando se convoca una marcha, esta debe “venir de abajo”; es decir, debe haber en la gente un deseo imperioso de expresarse a favor o en contra de alguien o algo como consecuencia de un hecho indignante, lo que suele suceder cuando el problema se hace público. Cuando se convoca a ella “desde arriba”, hay que invertir mucho tiempo y grandes recursos en la generación de conciencia del problema. Esto se suma al problema de la posible desconexión entre nosotros –los representantes– y los alumnos. Por ello, antes de que una marcha sea una medida unilateral, debería haberse conversado con los diferentes colectivos políticos.

En tercer lugar, si el motivo era mostrar públicamente nuestro rechazo al Arzobispado de Lima, debió atenderse a la agenda pública en la que se inserta nuestro conflicto y tomar en cuenta la naturaleza propia del mismo. Es claro que en estos momentos el tema ya no está en agenda. Debemos estar atentos a ella para, como alumnos, responder en el momento propicio y así poder captar la atención necesaria.

Es importante reflexionar sobre cómo estamos respondiendo como estudiantado frente a este conflicto. Debe primar la unión de todos para que sea posible concretarla en el diálogo y en decisiones concertadas. La separación del alumnado puede degenerar en polarización y en el debilitamiento de nuestra posición en defensa de nuestra Universidad. Quienes no nos plegamos a la marcha por percibirla inefectiva recibimos, en algunos casos, adjetivos despectivos. No sobreexplotemos el tema: seguir con el desarrollo de nuestra vida institucional es mostrarle al cardenal que él no nos marca la pauta. Menos aún lo olvidemos, pues debemos estar preparados para que la voz de los miles de estudiantes de la Católica se escuche, cuando se deba, hasta el último rincón: gritando autonomía y pluralidad.

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