La edad media de nuestros días

Por Carlos Garatea. (La República, 5 de agosto del 2012.)

Pensé que no volvería a escribir sobre este asunto. Pensé que 23,000 estudiantes, 2,500 profesores y varios miles de trabajadores y egresados de la PUCP merecen respeto de todos como personas y como miembros de una comunidad que ha sabido ganar prestigio y reconocimiento dentro y fuera del país. Pensé que su modelo educativo, fundado en la tolerancia, la pluralidad y la inclusión, demostró más de una vez su contribución al desarrollo del Perú. Pensé que sus 10 facultades, 14 departamentos académicos, 2 estudios generales, 1 escuela de posgrado, 44 carreras, 117 maestrías, 16 doctorados y 121 diplomaturas eran evidencia suficiente de su compromiso con una formación universitaria de calidad. Pensé que 45 laboratorios, 17 centros e institutos de investigación, 50 libros publicados al año y 21 revistas académicas testimonian el esfuerzo de profesores y estudiantes peruanos por investigar y publicar con libertad y seriedad. Pensé que su presupuesto de 220 millones de dólares, su centro de idiomas, CENTRUM, un centro cultural y dos museos eran pruebas claras de que una institución nacional puede crecer y desarrollarse si hay honestidad y transparencia en la gestión.

También pensé que nadie estaría dispuesto a limitar hoy el debate, la crítica y la lectura en la vida universitaria, ni sentiría perplejidad alguna cuando ellos son ejercidos y fomentados. Pensé que la edad media había terminado. Pensé que la jerarquía de la iglesia peruana había comprendido el error de sus simpatías por el fujimorato y el poco favor que le hace servirse de voceros con pocas credenciales democráticas. Pensé que se había abandonado el miedo como medio de control. Pensé que todos los obispos eran pastores dedicados a cobijar, reunir y hermanar, antes que a expulsar y sancionar. Pensé que los bienes materiales no iban al cielo.

Hoy sé que para dos cardenales, Bertone y Cipriani, es todo lo contrario. Prohibir, controlar, limitar y sancionar son sus verbos de cabecera. La universidad peruana no merece cosas de este tipo. Dice Bertone: “No quiero por último dejar de manifestar también la perplejidad que recientemente han causado algunas iniciativas promovidas por esa universidad [la PUCP], tales como: los reconocimientos al Sr. Gregorio Peces-Barba y al Revdo P. Gastón Garatea Yori, SSCC y la programación de un ciclo de lecturas del libro ‘Teología de la liberación: perspectivas’ del P. Gustavo Gutiérrez, organizado por el centro de estudiantes de Humanidades…”. Intolerancia pura. Nada más alejado de la vida universitaria y de una actitud que fomente el conocimiento y el aprecio hacia dos peruanos y un español estimados por sus cualidades personales e intelectuales. De Cipriani, ya sabemos. No vale la pena citarlo. Para ellos, la edad media no ha terminado. Los bienes materiales sí van al cielo.

El Perú necesita paz, diálogo e inclusión. Las cosas buenas que tenemos hay que preservarlas y cuidarlas para que sean aún mejores. No pueden ser un botín. Eso hacían los piratas. Ah, por cierto, la edad medía terminó en el siglo XV luego de las cruzadas, la peste negra y el cisma de la Iglesia.

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