Carta del Dr. Bacigalupo sobre “Nuestro litigio con el Arzobispado y la CIDH”

Transcribimos la carta abierta remitida por el Dr. Luis Bacigalupo al Dr. Francisco de Zela, en relación al artículo publicado por este último el pasado 14 de junio.

Estimado Francisco:

Te felicito por haber publicado tu opinión acerca de lo que bien llamas “nuestra controversia con el Arzobispado”. Concuerdo contigo en que todavía somos muy pocos los profesores dispuestos a hacer conocer públicamente lo que pensamos, y me agrada cuando dices que, al escribir sobre este tema, cuidas “no vulnerar con ello nuestros propios intereses institucionales, especialmente en momentos en los que somos objeto de una serie de ataques malintencionados.” Pero te confieso que me han sorprendido dos cosas en tu artículo.

Lo primero es tu pedido de que el asunto sea llevado a la Asamblea Universitaria. Pides eso para que los asambleístas puedan transmitir la opinión de sus representados, además de la propia; pero eso es algo que se puede hacer sin necesidad de convocar a la Asamblea. De hecho,  al menos en lo que respecta a tu opinión, lo acabas de hacer con tu artículo. Yo también escribo “esperando que con ello logre motivar a otros miembros de la comunidad universitaria a expresar sus puntos de vista” y no veo por qué tendría que valerme de una sesión de Asamblea.

Lo segundo que me parece raro es que te centres en el tema de la Corte Interamericana de Derechos Humanos como si ese fuera el núcleo de nuestro problema. Desde mi modesta lectura, la posibilidad de acudir a la CIDH es tan accesoria que hasta se podría prescindir de ello. La sentencia del TC sólo dice que nuestra demanda de amparo no procede. Eso nos pone en fojas cero y tenemos que esperar los resultados del juicio que está corriendo en el juzgado civil. Es allí donde se barajan las cartas, no en una supuesta apelación internacional.

Dices que tus consideraciones son “susceptibles de contener algún error de razonamiento o apreciación”. Las mías también, desde luego; y por eso yo no pediría que las atendiera la Asamblea. La salud de una institución democrática como la nuestra depende de la confianza otorgada a las autoridades elegidas. A la Asamblea uno va ratificar o retirar esa confianza. La discusión se tiene que dar antes, mediante los espacios adecuados.

En nuestro quehacer académico tendríamos que estar atendiendo otros asuntos, pero estamos preocupados y dolidos por este conflicto en el que nos ha metido el Arzobispo. La preocupación se justifica toda vez que los abogados se pueden equivocar y pueden perder los juicios; pero estoy seguro que los filósofos y los físicos no haríamos mejor papel que ellos defendiendo a la Universidad en los tribunales.

Con la cordialidad de siempre,

Luis Bacigalupo

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