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06/12/2024

Guardaparques: guardianes de las áreas naturales protegidas del Perú

Imagen: Sernanp

En el Día del Guardaparque Peruano, se pone en valor la dedicación y compromiso de quienes trabajan incansablemente para conservar los ecosistemas del país. Su labor abarca mucho más que la vigilancia: son defensores, educadores y aliados en el desarrollo sostenible.

El Perú cuenta con más de 23 millones de hectáreas bajo protección oficial, equivalentes al 18% de su territorio. La tarea de gestionar y salvaguardar estos espacios recae en los guardaparques, quienes no solo enfrentan amenazas a la biodiversidad, sino también grandes desafíos logísticos, sociales y personales.

Deyvis Christian Huamán Mendoza, director de Gestión de Áreas Naturales Protegidas del SERNANP y exguardaparque, describe este trabajo como “una forma de vida”. Según explica, “los guardaparques no solo cuidan el entorno natural, sino que también interactúan con comunidades, resuelven conflictos y promueven la educación ambiental. Es una labor que requiere integridad, resiliencia y un profundo compromiso con la naturaleza”.

Entre la conservación y los desafíos cotidianos

El rol de los guardaparques ha evolucionado con el tiempo. Antes considerados únicamente vigilantes de las áreas protegidas, hoy son también mediadores y educadores ambientales. Entre sus principales tareas están el control y monitoreo de actividades ilícitas, la supervisión del uso sostenible de recursos naturales, la promoción de la educación ambiental y el uso de tecnologías avanzadas como drones y sistemas de vigilancia.

Sarita Cuipal, guardaparque del Bosque de Protección Alto Mayo, siempre sintió una conexión especial con las áreas naturales y los bosques. Hoy, junto a otros guardaparques de la zona, trabaja en la conservación de 182 mil hectáreas. Su pasión por proteger el medio ambiente nació a raíz de una experiencia personal en 2014, cuando la deforestación y la contaminación afectaron las fincas de café de su familia en La Oroya. 

Pasamos de vivir rodeados de áreas verdes a estar en un entorno prácticamente inhabitable, sin agua. Esto me motivó a aprender y a comprometerme con la conservación. Aunque nadie es perfecto y cometemos errores, quiero trabajar por el bienestar de las generaciones futuras. Tengo una hija, y es importante que ella también valore y cuide nuestro entorno, comprendiendo la realidad que enfrentamos hoy».

Sarita Cuipal

Imagen: ©Archivo BPAMY

Su labor hoy implica importantes retos. Muchos de los puestos de control se encuentran en zonas remotas y de difícil acceso, donde los guardaparques deben trabajar durante largos períodos lejos de sus familias. Además, enfrentan peligros derivados de actividades ilegales como la minería y la tala. Huamán destaca que, en estas circunstancias, “la prioridad siempre es proteger la vida del personal, mediante estrategias que incluyen mapas de riesgo, comunicación constante y colaboración con autoridades locales”.

Sarita relata su experiencia como mujer en un entorno donde las condiciones pueden ser adversas, tanto por los desafíos ambientales como por los prejuicios de género: “Aunque a veces somos subestimadas, nuestra labor demuestra que podemos aportar tanto como cualquiera. Trabajar con comunidades, especialmente con niños, es una de las partes más gratificantes. Ellos son quienes inspirarán a otros a valorar la naturaleza”.

Colaboración y compromiso comunitario

Un elemento clave en la efectividad del trabajo de los guardaparques es la colaboración con las comunidades locales. En cada área protegida existen comités de gestión que integran a autoridades, operadores turísticos y líderes comunales para asegurar una administración participativa de los recursos. 

Sarita también subraya el impacto de las actividades educativas que realizan con niños y adolescentes. “Enseñarles sobre flora, fauna y la importancia de los ecosistemas genera un cambio de perspectiva. Son ellos quienes llevan el mensaje de conservación a sus familias y comunidades”, dice.

El Día del Guardaparque Peruano es una oportunidad para reflexionar sobre el valor de su labor y los desafíos que enfrentan a diario. Como indica Sarita, “la satisfacción de proteger el medio ambiente no tiene comparación. Si no valoramos lo que tenemos ahora, será demasiado tarde cuando intentemos recuperarlo”. Ella invita a más personas a unirse a esta causa: “Ser guardaparque no es el trabajo mejor pagado, pero es único. Con esfuerzo y ganas de aprender, todos pueden ser parte de esta misión. La conservación es el mayor legado que podemos dejar para las futuras generaciones”.