
Ante la grave crisis hídrica que atraviesa Piura y que no solo afecta al suministro de agua potable, sino a la producción agrícola, la salud pública y los ecosistemas, se ha declarado a la región en emergencia hídrica. Conversamos con el Mag. Gustavo Rondón, geógrafo y profesor PUCP, sobre las razones, los alcances y los desafíos de este fenómeno que promete ser cada vez más recurrente.
Por Joana Cervilla
Piura enfrenta actualmente una preocupante crisis hídrica. La represa Poechos, principal suministro de agua para la población y las actividades agrícolas de la región, ha alcanzado niveles de almacenamiento sumamente bajos. De su capacidad total de 1,000 millones de metros cúbicos, apenas ha llegado a 14 millones, es decir menos del 2% de su capacidad. Esto representa un importante déficit que amenaza gravemente no solo el acceso al agua potable, sino también al sector agrícola, la economía local y la salud pública.
Por ello, el Poder Ejecutivo declaró en emergencia, el pasado 30 de octubre, a 34 distritos de Piura. Una medida que estará vigente por 60 días y que busca implementar acciones para resolver el abastecimiento de agua a la población.
Pero vayamos al inicio. Esta crisis hídrica encuentra su origen en las sequías prolongadas, y se hace más grave debido a que se ha postergado el mantenimiento de la infraestructura hidráulica implementada en Piura –que es el segundo departamento con más población del Perú, después de Lima–.
Las sequías son consecuencia de la falta de precipitaciones pero, en estos últimos años, hemos visto cómo el cambio climático ha generado más recurrencia y virulencia de este fenómeno. Según el Mag. Gustavo Rondón, geógrafo y profesor PUCP, las sequías son un desafío que tiene muchas aristas y conllevan una dificultad para anticipar sus verdaderas repercusiones. “A diferencia de un sismo o una inundación, la sequía es un fenómeno hidrometeorológico complejo cuyo impacto solo puede evaluarse en el tiempo, una vez que termina y las lluvias regresan”, sostiene.
Asimismo, añade, que desde el 2022, las precipitaciones en el país han ido disminuyendo, con grandes impactos en lugares como el norte del país, Arequipa y el Lago Titicaca. “El Amazonas, que a menudo se percibe como una fuente inagotable de agua, también ha mostrado una reducción importante en su caudal”, comenta Rondón. Esto demuestra una tendencia preocupante que evidencia un constante déficit hídrico cada vez más común debido a la influencia del cambio climático.
Impactos en la agricultura y la economía local
La agricultura del valle de Piura y del río Chira se ha convertido en uno de los sectores más afectados por la sequía afectando principalmente a productos como el limón y el mango. “Los limoneros y mangueros fueron los primeros en sentir el impacto porque su periodo de siembra coincidió con el inicio del déficit de lluvias”, subraya el especialista. Además, añade, que esto no solo afecta a la producción agrícola, sino también a las familias que dependen de ella para su sustento. “No se trata solo de que falten limones o mangos en el mercado, sino de las personas que dependen de esa producción ya que pone en riesgo la seguridad alimentaria y la estabilidad económica de miles de familias”, añade.
Ya en 2017, durante el fenómeno de El Niño costero, el precio del limón alcanzó niveles desorbitantes. Ahora, las proyecciones indican que el verano de 2025 podría volver a enfrentar escasez y precios sumamente altos.
Consecuencias en el abastecimiento de agua
Además, el déficit hídrico también afecta el acceso al agua potable. “El uso doméstico del agua en Piura ya ha sido racionalizado desde mediados de 2024”, señala. La empresa prestadora de servicios de agua, EPS Grau, ha implementado un sistema de racionamiento, que incluye la distribución de agua mediante camiones cisterna. Esto, sin embargo, también conlleva riesgos porque abre la puerta a problemas relacionados con la equidad y el acceso. “El mercado negro del agua ya ha comenzado a surgir, con personas robando agua de los canales y vendiéndola ilegalmente”, explica.
El problema se extiende también a servicios básicos como la educación y la salud. “En los colegios, la falta de agua puede generar problemas de higiene y aumentar el riesgo de focos infecciosos. No se puede exponer a cientos de escolares a situaciones donde los servicios básicos no estén garantizados. Lo mismo ocurre en los hospitales, donde el agua es esencial tanto para la higiene como para la atención médica”, enfatiza Rondón.

Imagen: Andina
La represa de Poechos y la gestión del agua
Una de las fallas en la gestión hídrica se encuentra en lo concerniente a la represa de Poechos. Si bien Poechos es la construcción hidráulica más grande realizada en el cauce de un río en el Perú y fue diseñada para almacenar hasta 1,000 millones de metros cúbicos de agua, actualmente solo funciona al 60% de su capacidad debido a la sedimentación. Rondón comenta: “El mantenimiento de la represa ha sido postergado durante años. Nadie quiere asumir la responsabilidad de las gestiones anteriores y el problema se perpetúa”.
Esto refleja una gestión inadecuada que ha dejado a la región en una posición de vulnerabilidad frente a la sequía. “Es cierto que la descolmatación de una represa es algo que requiere mucha inversión económica”, reconoce Rondón, “pero si realmente queremos adaptarnos a esta nueva realidad, necesitamos tomar acciones concretas y no esperar hasta que la situación sea insostenible”.
Medidas temporales y soluciones a largo plazo
Entre las medidas de emergencia que se han implementado destaca el uso de agua subterránea. “Es una solución necesaria en el corto plazo”, dice Rondón, “pero no puede ser una medida permanente. Los acuíferos se recargan por infiltración de lluvias y si estas son insuficientes, los recursos subterráneos también se agotarán”. Utilizar el agua subterránea sin un plan sostenible podría agravar el problema en el futuro.
Asimismo, Rondón es categórico sobre la importancia de tener una cultura del agua entre los ciudadanos. “Es fundamental que los habitantes de Piura evalúen si están haciendo un uso responsable del recurso. No se trata solo de culpar al gobierno o al cambio climático, sino de reconocernos como parte del problema y, por ende, de la solución”, enfatiza.
La necesidad de una visión integrada
Finalmente, Rondón destaca que “el déficit de lluvias y la sequía son problemas que requieren una respuesta integral, que incluya tanto la gestión estatal como la participación ciudadana”. Asegurar el abastecimiento de agua en un contexto de cambio climático implica prepararse para convivir con extremos más frecuentes y severos, como lluvias intensas y periodos prolongados de sequía.
El futuro de Piura y otras regiones vulnerables dependerá de cómo se gestione el agua, y de la voluntad política y social para adaptarse a una nueva realidad climática.