Durante el último semestre del 2009, la Maestría en Desarrollo Ambiental de la PUCP realizó una salida de campo al área comprendida entre las ciudades de Iquitos, a orillas del Río Amazonas, y Nauta, próxima a la convergencia de los ríos Marañón y Ucayali, en el departamento de Loreto. Esta salida se efectuó como parte del curso de Comunidades Nativas a cargo del profesor Dr. Fernando Roca Alcázar y la Dra. Ana Sabogal Dunin Borkowski coordinadora adjunta de la maestría.
Inicialmente efectuamos una visita a la Reserva Nacional Allpahuayo Mishana ubicada en la cuenca baja del río Nanay, tributario del Amazonas, a solo 20 kms. de la ciudad de Iquitos. Esta reserva fue creada en 1999 y abarca más de 50 mil hectáreas de bosques. Tiene singulares ecosistemas de diverso origen y edad, y posee un alto grado de especies animales y vegetales raras, endémicas o de distribución muy restringida.
La importancia de estos bosques es múltiple: su abundante vegetación evita la erosión natural del suelo consecuencia de las abundantes precipitaciones en la Selva Baja. Esta vegetación también previene la erosión de las riberas de los ríos, durante los periodos de crecida de los mismos. Estos bosques constituyen un codiciado banco de germoplasma con muchísimo potencial para la investigación, particularmente la farmaceútica. Su vegetación, sobre todo en crecimiento, además es una almacenadora natural de Dióxido de Carbono (CO2), gas al cual se le atribuye ser el mayor responsable del Fenómeno del Efecto Invernadero.
Estos territorios han sido habitados y han abastecido de recursos durante siglos a comunidades nativas como la de los Bora, misma que después de una travesía en lancha tuvimos la oportunidad de visitar y en la cual fuimos amablemente recibidos, confirmándonos así la oportunidad adicional de la promoción del etnoecoturismo.
Lamentablemente los bosques y pueblos de esta región, como los de la mayoría de la cuenca amazónica, se encuentran bajo la amenaza de las exigencias del modelo capitalista neoliberal impuesto por las corporaciones multinacionales; irracional sistema extractivo-mercantil socioambientalmente insostenible y fundamentado en el simplismo conceptual de la propiedad privada y que se hace patente en actividades extractivas como el fomento de la tala ilegal y la explotación de hidrocarburos, actividades estas dos últimas, en relación directa con la incidencia de la pobreza en esta región.
Por contraposición a esta concepción, actualmente ya se reconoce que en muchos casos, como en el del manejo de los recursos naturales, la propiedad colectiva de la tierra y el trabajo comunal -modelos ejercidos tradicionalmente por los pueblos amazónicos- resultan sencillamente más viables frente a la propiedad individual de la tierra impuesta por el modelo de occidente en los últimos siglos.
El nivel de postergación de esta región salta a la vista, no observándose que los indicadores de pobreza en la misma tiendan a disminuir con las políticas de inversión vigentes de los últimos gobiernos, por el contrario. No estamos en contra de la inversión en pro del desarrollo, pero mientras los gobiernos de turno priorizen una desmedida proporción de esta inversión en infraestructura social, es decir, caminos y carreteras, colegios, lozas deportivas o postas sanitarias, en lugar de en la población directamente, la situación de pobreza no se vislumbra que revierta. Así, según explica el economista Max Arroyo Gutiérrez, gran conocedor de la realidad amazónica: “No se invierte en las personas. En mejorar la calidad de su educación y su salud. Tampoco en ayudarles a incrementar la producción y productividad de sus chacras y en transformar su producción para que obtengan mejores precios con el valor agregado”.
El rostro urbano de la pobreza a la que hacemos mención es fácilmente visible por el visitante a Iquitos en el tradicional Barrio de Belén, lugar característico por sus viviendas edificadas sobre postes de madera (palafitos) para mantenerse sobre el nivel del agua durante el periodo de subida del Río Amazonas.
A pesar de lo expuesto, cabe mencionar que mas de uno de los integrantes a esta salida de campo quedo prendado con el exotismo y belleza de esta tierra. Al recordar los atardeceres en el Malecón de Iquitos caigo en la cuenta de que estamos ya inmersos -una vez mas en la historia de la humanidad- en un cambio de paradigma en el replanteamiento de muchas creencias y enfoques que hasta el siglo XX tuvieron vigencia, pero que hoy resultan caducos y ambientalmente insostenibles frente a la responsabilidad de asegurar nuestro patrimonio común y el de las futuras generaciones que heredarán este hermoso planeta azul.
Escrito por Rodrigo Mires Sumarriva, Lic. en Geografía y Medio Ambiente PUCP, egresado y tesista de la Maestría en Desarrollo Ambiental PUCP.