El Perú es uno de los países más diversos del mundo; sin embargo, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), actividades como el tráfico ilegal de animales silvestres está afectando, lamentablemente, nuestra diversidad por lo que coloca en situación de amenaza a más de 300 especies en el país.
En el periodo del 2000 hasta el 2018, solo en el Perú, se ha decomisado alrededor de 79, 025 animales vivos, los cuales pertenecían a 342 especies distintas y en el primer semestre del 2020, a pesar del confinamiento por la pandemia de la COVID-19, se habían logrado decomisar cerca de 820 especímenes, de los cuales solo el 23% correspondía a ejemplares vivos.
De acuerdo con un estudio realizado por Wildlife Conservation Society (WCS) en el 2018, identificaron 324 zonas de extracción ilegal de fauna silvestre en 16 departamentos del país, de las cuales gran parte se ubica en la Amazonía peruana, sobre todo en las regiones de Loreto, Ucayali, Madre de Dios y Cusco. Del mismo modo, encontraron 171 zonas de ventas de animales silvestres a nivel nacional, el 60% de estas se localiza en Cusco, Ucayali, Loreto, Tacna y Lima.
Rosa Vento, bióloga perteneciente a la iniciativa de especies de la WCS, comentó para Clima de Cambios que esta problemática, que incluye el comercio, el transporte y la venta, ocurre en todo el territorio peruano, dependiendo de las especies que habitan en cada región.
Una de las causas del tráfico ilegal de animales se relaciona con la alta demanda de la industria de la moda de cueros, plumas, colmillos que se usan para disfraces. Otra de las causas es que terminan como mascotas o para exhibición. Asimismo, se destinan para el ocio y el turismo en zoológicos, circos, hoteles entre otros, y, finalmente, para la industria de la medicina. Estos han hecho que se convierta en la cuarta actividad ilícita más lucrativa del mundo moviendo entre US$ 7 y 23 mil millones al año, de acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (Unodc).
¿Cuáles son las razones inadmisibles por las que seguimos estas malas praxis?
- Desde el aspecto económico, el tráfico ilícito de animales silvestres es una fuente de ingreso que requiere poca inversión y poco riesgo para el que comercializa, puesto que el Perú no cuenta con controles en fronteras, en carreteras, en los puestos de venta, etc. Para un traficante, es simple comercializar estos animales. Vento mencionó algunos lugares identificados: Mercado Belén y el Jirón Ayacucho en el Centro de Lima. Este último es un lugar donde la mayoría de la población reconoce esta actividad ilícita; sin embargo, las autoridades no han llegado a sancionarlas.Históricamente, desde la década de los años 60, se ha contado con la presencia de esta forma de venta de animales silvestres. Con respecto a esto, algunas normas nacionales que se dieron en esos años redujeron la comercialización masiva de animales silvestres, pero aún hace falta determinar, mediante estudios, los lugares actuales en donde se comercializan, quiénes lo hacen y compartir información con los ciudadanos para dar a entender la importancia de mantener a los animales silvestres en sus hábitats, ya que en la actualidad continúan dándose estos casos.
- Desde un aspecto cultural, la especialista mencionó que las creencias de ciertas comunidades pueden ser un factor importante para estas malas prácticas. Por ejemplo, en Junín, indicó Vento, se vende pelo de zorro pues se cree que da buena suerte. Además existe aún la creencia sobre las propiedades del extracto de rana para mejorar la salud. Incluso se puede ver reflejado en danzas, tales como el Yawar fiesta, en la que se utiliza un cóndor y un toro para pronosticar, según la creencia de los pobladores, la calidad de las cosechas que se darán durante el año. Estas expresiones anteriormente comentadas no son sancionables por el mero respaldo cultural que poseen, así como por la desinformación que arraiga en las comunidades.
¿Qué zonas son las más afectadas en el Perú?
Rosa Vento explicó que desde la WCS se han revisado informes generados por cada unidad departamental, en los que se han encontrado diversos casos en el desarrollo de esta actividad ilegal.
Con referencia a lo marítimo, en la sierra peruana (Puno), se han decomisado cantidades alarmantes de ranas altoandinas que serían comercializadas en Lima o en Arequipa con un fin de consumo. En adición a esto, se menciona el tráfico de aletas de tiburón, ya que se presenta como una actividad ilegal nacional y transnacional.
Respecto al plano terrestre, se ha visto que, debido a la demanda de las aves canoras en la costa, estas han adoptado un estado de vulnerabilidad. La vocera indicó también que los caparazones de aves marinas, chuitas, se comercializan de forma ilegal. Por otro lado, en la selva, se tiene entre los principales afectados a las tortugas, primates, jaguares, etc.
Por los datos mencionados, sabemos que la fauna silvestre se encuentra en peligro, debido a una regulación poco estricta y, en la mayoría de casos, ausente en diversos puntos de la nación.
¿En qué se relaciona lo anteriormente expuesto con el caso “Run Run”?
Un acontecimiento particular del que se ha hablado en estas últimas semanas fue el del zorro “Run Run”. Según el informe brindado por el Ministerio del Ambiente (Minam), este zorro es de la especie Lycalopex culpaeus (zorro andino) y forma parte del grupo de los cánidos silvestres. Su crianza doméstica fue causa de la atención del público. Según los medios periodísticos, el animal silvestre fue comercializado en el Jirón Ayacucho del Centro de Lima y lo adquirió un miembro de una familia de Comas, quien lo habría confundido con un perro.
Según el Minam, la especie a la que pertenece “Run Run” es encontrada de forma frecuente en los operativos policiales, debido al tráfico ilegal, que realizan las Administraciones Técnicas Forestales y de Fauna Silvestre (ATFFS) en Puno. En algunos de ellos, se ha llegado a confiscar partes de las patas, la cola o la cabeza de esta especie, así como sus crías.
El tráfico ilícito de la fauna silvestre conlleva a alejar a los animales de su ecosistema, y causar un daño tanto para estos como para nosotros, ya que dichas especies son obligadas a adaptarse a un ambiente al cual no pertenecen y traen consigo características de sus ecosistemas que pueden ser perjudiciales para los seres humanos. Otra consecuencia puede verse reflejada en el daño que se le causa al medioambiente, pues nuestra fauna cumple roles específicos en la biodiversidad que habita.
Respecto a la regulación de esta actividad en nuestro país, en el Código Penal peruano se establece que todo aquel que caza o extrae y comercializa alguna especie de la flora o fauna que está protegida legalmente en nuestro territorio será condenado a pena privativa de libertad no menor a uno ni mayor a tres años. Esto permite considerar que hay protección legal de nuestras especies. Sin embargo, vale la pena preguntarse sobre el verdadero cumplimiento de esta normativa y sobre el rol del Estado frente al tráfico ilegal de animales silvestres en los últimos años. Respecto a esto, Rosa Vento comentó que existe un proyecto relacionado con el tráfico ilegal pero que aún no es aceptado en el Congreso. En este se pide que se utilicen herramientas de inteligencia en el delito de tráfico de fauna, como se usa para otros casos, y que se incluya como delito de crimen organizado.
El caso “Run Run” nos permite reflexionar sobre esta problemática que se vive en la actualidad y que pasa, en muchos casos, desapercibida. Es necesario tomar conciencia al respecto e informarse sobre el daño que podríamos estar causando a nuestros ecosistemas con ciertas prácticas que pueden ser calificadas como ilegales ante la ley.