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11/04/2024

Los impactos de las sequías en el Perú

Imagen: Andina

Desde el 2022, la región altoandina central y sur del Perú viene atravesando una de las peores sequías que se registran en los últimos cincuenta años. El cambio climático sumado a los efectos del Fenómeno de El Niño agravan esta crisis hídrica que no es nueva y es cada vez más recurrente. Conversamos con el doctor Christian Yarlequé, climatólogo, investigador y profesor de la PUCP, sobre los impactos de este fenómeno y lo que nos espera a futuro.

La ausencia de lluvias en la zona altoandina peruana, principalmente en el sur y centro del país –Lima, Cusco, Puno y Huánuco-, viene afectando la economía y la vida de casi 8.5 millones de personas. 

Los daños son invaluables en el sector agropecuario y se estima una recuperación lenta. Si agregamos que, en un país como el nuestro, donde el 27.5% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza y tiene principalmente como fuente de subsistencia a la ganadería y la agricultura, la destrucción de los cultivos prolonga el ciclo de pobreza de las familias más vulnerables.

 

Sequías recurrentes e intensas

Sin embargo, el problema no es nuevo. Las sequías extremas en el Perú vienen apareciendo de manera más recurrente e intensa en los últimos años. 

De acuerdo con el doctor Christian Yarlequé, la razón se encuentra ligada a una combinación de factores vinculados al cambio climático sumados a los impactos de los eventos de La Niña y los fenómenos activos en la actualidad (El Niño Global y El Niño Costero). Tanto las sequías como las inundaciones son resultado de esta alteración en la dinámica atmosférica. 

“Debido al calentamiento global, los fenómenos de El Niño y de La Niña vienen produciéndose a otra escala y los cambios que producen son más significativos, más súbitos y más intensos que en años anteriores. Anteriormente, estos eventos ocurrían cada siete u ocho años, entonces había un tiempo de recuperación. Ahora, en promedio, aparecen de dos a cuatro años”, sostiene el doctor Christian Yarlequé.

Asimismo, agrega que debido al cambio climático también ha cambiado la conexión que existe entre los fenómenos de El Niño y otros eventos. “Eso hace complicado el pronóstico porque no tenemos certezas. Pero, en general, lo que se estima es que los eventos de El Niño van a ser cada vez más extremos”, comenta. 

Esta crisis hídrica en el Perú viene durando tres años consecutivos, de acuerdo con la agencia meteorológica de Naciones Unidas. Esto se debe a las alteraciones atmosféricas por el calentamiento del Océano Pacífico, que genera que los vientos húmedos que vienen desde la Amazonía pierdan fuerza porque se enfrían al encontrarse con los aires que llegan desde el Pacífico. 

El resultado, entonces, es un déficit de las lluvias en las zonas del Perú ya vulnerables al estrés hídrico. Como dato curioso se han presentado algunas extrañas combinaciones de sequía intercalada con granizadas nocturnas, como lo que ocurrió en Junín el pasado diciembre.

Si bien las predicciones no son buenas si se mantiene el calentamiento del mar, y a pesar de que se esperaban lluvias deficitarias en el verano del 2024, las precipitaciones han presentado una pequeña mejoría en algunas zonas de la sierra central y norte del país. 

Recordemos que la temporada de lluvias en el Perú se desarrolla entre los meses de septiembre a mayo y es en el verano donde se presenta la mayor cantidad de precipitaciones. Sin embargo, a pesar de la mejoría en el centro y norte, de acuerdo con el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi), la sierra sur –en particular Puno, Tacna, Moquegua y el sur de Arequipa– mantiene las mismas condiciones de severo y extremadamente seco de los años 2022 y 2023. 

                                                         Imagen: Andina

Un problema continental

De acuerdo con el investigador, hay que tener en cuenta que el impacto de estas condiciones atmosféricas no solo afecta a nuestro país, sino que los efectos son continentales, como se ha podido ver actualmente. 

“Esto está ocurriendo en toda Sudamérica. En los últimos cinco meses se han registrado condiciones de sequía en general. Los primeros avisos de que El Niño estaba impactando a nivel continental fueron las sequías en Uruguay, en partes de Brasil, y actualmente vemos que se ha generalizado en la parte selvática y amazónica de Sudamérica”, sostiene.

Cabe recordar que, hace unos meses, Uruguay enfrentó su peor sequía en 74 años y, en junio pasado, el gobierno decretó la emergencia hídrica en el área de Montevideo porque casi agotó la capacidad de sus reservas de agua. 

Asimismo, una fuerte sequía afecta Colombia en la actualidad, particularmente en la zona a orillas del río Magdalena. Esto ha generado, también, la presencia de incendios forestales, por lo que ha registrado hasta 30 incendios en lo que va del 2024.

“Existen algunas proyecciones para el 2070 sobre las sequías en la zona continental, especialmente en toda la selva amazónica. Estas sequías extremas y prolongadas van a repercutir en el sostenimiento de la misma selva, entonces va a haber más erosión, algunas especies van a desaparecer y va a haber una pérdida muy grande de vegetación”, explica el investigador.

A nivel mundial, el panorama se presenta igual de problemático. Por ejemplo, Europa en el 2022 atravesó la peor sequía en sus últimos 500 años de vida; y, en lo que va del año, son 25 países en el mundo los que sufren estrés hídrico extremo, principalmente en el sur de Asia.

Al respecto, en la reciente Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023 (COP 28), se advirtió que si la temperatura media mundial aumenta 3°C por encima de los niveles actuales, se espera que 170 millones de personas sufran por sequías extremas. Es decir, 50 millones más de lo previsto si el calentamiento global se limita a solo 1.5 °C.

 

Volver a las prácticas ancestrales

De acuerdo con el investigador, si bien existen algunas iniciativas para paliar los efectos de las sequías, no existe realmente un plan de afianzamiento hídrico, ni intervenciones de prevención y dereducción del riesgo para enfrentar las sequías. 

Es un tema complejo que tiene que ver con corrupción y la deficiente normativa del Estado que retrasa la toma de decisiones de los funcionarios en materia de gestión. “Tenemos los recursos, pero del presupuesto destinado para prevención se ha implementado menos del 10% sabiendo todo lo que se viene”, explica.

Dado que el Perú tiene un porcentaje muy grande de gente que vive y trabaja en el campo, ante un Estado inoperante, Yarlequé sostiene que un camino es retomar el conocimiento ancestral de los antiguos pobladores andinos. 

“Siempre han ocurrido estos fenómenos y construcciones como Machu Picchu o Caral, que están ubicadas en zonas resilientes a los eventos climáticos, demuestran ese conocimiento”, señala. 

Así, frente a la insuficiente infraestructura como la falta de reservorios, sistemas de riego y tecnología para el uso del agua, el investigador destaca la importancia de estas iniciativas.

“Se está regresando al uso de tecnologías como las ‘qochas’, que son reservorios diseñados por los mismos campesinos para juntar agua; o los ‘wari-wari’, que protegen los cultivos regulando el microclima para mantener una temperatura ideal, no importa si hay sequía o calor; o las ‘amunas’ preíncas, que son canales construidos de piedra y arcilla para la siembra y cosecha de agua”, añade.

Si bien son valiosos estos esfuerzos, es urgente que se llegue a un nivel de organización que involucre al gobierno nacional, los gobiernos regionales, los gobiernos locales y las comunidades expuestas. El Fenómeno de El Niño se irá en los próximos meses pero se ha alertado sobre una posible llegada de La Niña, lo que conlleva más estrés hídrico.