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10/02/2025

¿Lima está preparada para las altas temperaturas?

Imagen: Andina

De acuerdo con la ONU y la NASA, el 2024 fue el año más caliente de la historia con olas de calor cada vez más intensas y prolongadas. La tendencia es que esta situación siga incrementándose cada año. Ante esta realidad, ¿qué tan preparada está la ciudad de Lima para afrontar el aumento de temperatura? Conversamos con el Dr. Martín Wieser, arquitecto y profesor de la PUCP, sobre este desafío que abarca desde la infraestructura urbana hasta la salud pública, y nos brindó claves para mitigar su impacto.

Por: Joana Cervilla

El 2024 fue el año más cálido de la historia del planeta. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), no solo las temperaturas mundiales superaron en más de 1.5 °C los niveles preindustriales, sino que el mar registró temperaturas récord. Esta información fue ratificada por la NASA, que sostuvo que el año que se fue ha sido el más caliente desde que esta institución empezó a hacer registros en 1880. 

Ambos informes coinciden en que la tendencia al calentamiento de las últimas décadas viene siendo impulsada por el cambio climático y en Lima se ha venido sintiendo intensamente en los últimos veranos.

El Senamhi acaba de advertir que en estos días llegaremos hasta los 31 ºC con tendencia al alza y con sensaciones térmicas mucho más elevadas sobre todo en las áreas más urbanizadas. ¿Qué factores hacen que la capital sienta tan intensamente las altas temperaturas?

Según Martín Wieser, doctor en Arquitectura, Energías y Medio Ambiente y profesor PUCP, esto se debe a una combinación del cambio climático y un factor clave: la isla de calor urbana. “La artificialidad de la ciudad y los materiales utilizados en la construcción generan temperaturas más altas en zonas urbanas que en el campo”, explica.

 

Temperatura vs. calidad de vida

Esta situación se complica aún más debido a ciertas limitaciones en el diseño de los edificios que afecta seriamente la calidad de vida de los limeños. “Por un lado, tenemos el sobrecalentamiento al interior de las viviendas. Hemos realizado mediciones en viviendas precarias en laderas de Lima, y con 30°C en el exterior, al interior se suele llegar a 35°C o 36°C. En algunos casos, incluso hemos registrado temperaturas superiores a 40°C. Esto obliga a la gente a salir de sus casas para buscar espacios más frescos, lo cual es un reflejo del débil diseño arquitectónico”, afirma. 

Asimismo, advierte que esta problemática no solo ocurre en zonas informales y periféricas, ya que, incluso en distritos más consolidados, los pisos superiores pueden ser más calurosos que el exterior debido a la mala ventilación y a la falta de protección solar.

Ante esto, además, las calles tampoco ofrecen alivio. “Hay escasa arborización, y el exceso de cemento y asfalto expuestos a la radiación solar contribuye al sobrecalentamiento. La temperatura que percibimos no es solo la del aire, sino también hay que tener en cuenta la influencia de la radiación solar, la humedad relativa y el viento. Sin sombra y con poca circulación de aire, la temperatura equivalente puede superar los 38°C, lo que representa un riesgo para la salud”, sostiene Wieser.

 

Imagen: Andina


Medidas para reducir el impacto  

Cabe resaltar la influencia de Lima en cómo se construye en otras ciudades del país. «Lo peor es que este modelo con limitaciones se imita en otras ciudades. Uno puede ir a Huacho o Chimbote y ver parques que muchas veces replican algo que ya hacemos mal en Lima: mucho cemento y pocos árboles», refiere.

Por ello, para el arquitecto, el problema debe abordarse desde dos frentes: mitigar el calentamiento global y adaptar las construcciones con medidas concretas que podrían reducir el impacto de las temperaturas elevadas:

  1. Materiales de construcción: es fundamental utilizar materiales aislantes térmicos, específicamente en los techos. En distritos formales como San Miguel o Miraflores, ya se promueven certificaciones de eficiencia energética que impulsan esto, pero no es de cumplimiento obligatorio.
  2. Techos reflectantes y verdes: pintar los techos de colores claros o instalar cubiertas vegetales puede reducir el sobrecalentamiento.
  3. Diseño bioclimático: diseñar permitiendo la ventilación cruzada, parasoles en ventanas y orientación adecuada para minimizar la exposición solar.
  4. Arborización urbana: se necesita una política agresiva de siembra de árboles, priorizando especies frondosas en bermas laterales que den sombra a los peatones.
  5. Reducir las superficies de cemento y asfalto: en lugar de veredas y pistas completamente pavimentadas, se debe dejar espacios para vegetación siempre que se pueda.

Si bien muchos alcaldes de la ciudad ven el cemento como sinónimo de progreso y prefieren invertir en veredas en lugar de hacerlo en arborización, lo cierto es que “ciudades como Medellín o Barcelona han implementado estrategias de arborización y espacios sombreados con éxito. Es cuestión de voluntad política y de generar conciencia sobre los beneficios a largo plazo”, enfatiza Wieser.

 

La problemática de la vivienda informal

En cuanto a la vivienda informal, el especialista sostiene que hay soluciones más accesibles, aunque requieren inversión, como los techos ventilados o cubiertas de doble capa. 

“En las zonas más precarias, las viviendas suelen comenzar con muros de madera y techos de calamina, que agravan el problema del calor. Con el tiempo, la gente cambia los muros por ladrillos, pero los techos ligeros siguen siendo un problema”, continúa Wieser.

Y propone que lo ideal sería promover el uso de materiales aislantes accesibles o diseños que minimicen la acumulación de calor, como techos ventilados o cubiertas de doble capa. “También podría haber subsidios o programas para mejorar las condiciones térmicas de las viviendas más vulnerables”, sostiene.

Es urgente, entonces, implementar estrategias que mejoren la calidad de vida en Lima, tanto en la planificación urbana como en la construcción de viviendas. La solución pasa por políticas de arborización, regulaciones más estrictas para materiales de construcción, y un cambio en la mentalidad de quienes diseñan y gestionan la ciudad.

«No necesitamos una ola de calor para darnos cuenta de que tenemos un problema grave en la planificación urbana. La solución se encuentra en rediseñar la ciudad con criterios sostenibles y aprender a convivir con nuestro clima en lugar de luchar contra él», finaliza el arquitecto.