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24/04/2024

La contaminación sonora y su impacto en el Perú

Imagen: Andina

Por: Rafaela Andrade y Micaela Mas, voluntarias de Clima de Cambios

El 24 de abril es el Día Internacional de Concienciación del Ruido, al ser el Perú un país tan caótico y ruidoso es importante recordar los efectos de la contaminación sonora en la población. En este artículo, se desarrolla a detalle el impacto de la exposición prolongada a altos niveles de ruido en las personas y en su calidad de vida, con un enfoque en el caso peruano, así como proponer alternativas de solución ante este problema.

No toma más que un paseo por las avenidas de la ciudad para darse cuenta de los altos niveles de ruido que se experimenta, lo que nos lleva a pensar en el problema de la contaminación sonora. Primero, debemos tener en cuenta a qué nos referimos exactamente con este término. La contaminación sonora o acústica se define como la “presencia, en el ambiente exterior o en el interior de las edificaciones, de niveles de ruido que generen riesgos a la salud y al bienestar humano” (Decreto Supremo Nº 085-PCM, 2003, Artículo 3), así como al desarrollo de sus actividades, bienes de cualquier naturaleza o al medio ambiente (Llorente y Peters, como se citó en OEFA, 2016). ¿Pero cómo definimos cuando los niveles de ruido son dañinos? El ser humano percibe el sonido medido en decibeles (dB) desde 0 dB hasta los 120 dB, punto a partir del cual se comienza a sentir dolor (OEFA, 2016). Ahora, es el Decreto Supremo Nº 085-2003-PCM – Reglamento de Estándares Nacionales de Calidad Ambiental para Ruido el que establece los límites aceptables de ruido, que varían según la zona y el horario, y van desde los 50 dB hasta los 80 dB. Cuando estos límites son excedidos se pueden presentar graves problemas para la población.

La sobreexposición a altos niveles de ruido puede generar graves efectos sobre la calidad de vida de las personas. Con relación a la salud, uno de los principales impactos es la pérdida o disminución gradual de la capacidad auditiva. Esta se da a causa de lesiones en estructuras sensoriales del oído interno provocadas por una exposición prolongada a sonidos fuertes. A raíz de esta pérdida auditiva, pueden surgir otras limitaciones y dificultades que alteran la vida cotidiana de las personas, en tanto dificulta la comunicación y las relaciones interpersonales, disminuye el rendimiento laboral, limita las oportunidades de trabajo, y provoca el aislamiento social y la estigmatización (Gutiérrez-Farfán, Arch-Tirado, Lino-González & Jardines-Serralde, 2018).

                                                               Imagen: Andina

Otros problemas físicos provocados por la contaminación sonora pueden ser los dolores de cabeza, alteraciones en la presión arterial y del ritmo cardíaco, pulso acelerado, e incluso, en algunos casos, infartos. Por otro lado, algunos impactos psicológicos correlacionados son el estrés, la irritabilidad, síntomas depresivos, ansiedad y trastornos del sueño como insomnio. Además, en el caso de los niños y jóvenes, la exposición al ruido puede generar dificultades de aprendizaje y afectar el desarrollo cognitivo, lo cual repercute en su rendimiento en la escuela (Sánchez, 2007). De hecho, se ha comprobado que muchos niños que viven cerca de lugares ruidosos sufren de estrés, deficiencias en la memoria, habilidad lectora, y dificultades de atención y concentración (Gabrielli, 2024).

En el Perú, la contaminación sonora es un problema grave que afecta a diversas zonas en todo el territorio. Por ejemplo, en 2015, la OEFA midió 224 puntos en Lima Metropolitana, de los cuales 10 se encuentran en estado crítico por sobrepasar de forma continua el límite de 80 dBA, alcanzando un rango entre 81.6 dBA y 84.9 dBA. Además, se encontró que el 90.21% de los puntos medidos excede los límites correspondientes de ruido. En la ciudad de Ilo, en la provincia de Moquegua, la población residenciada se expone a altos niveles de ruido que alcanzan los 86.5 dBA (Palacios, Palomino & Huillcara, 2023). Asimismo, en la ciudad de Barranca, se registran niveles de ruido que exceden los límites establecidos en zonas de protección especial, donde se encuentran espacios como colegios y hospitales, así como en zonas mixtas donde se ubican mercados y centros comerciales (Lira-Camargo, Alfaro-Cruz, & Villanueva-Tiburcio, 2020). Esta problemática se presenta incluso en espacios turísticos como el Centro Histórico de Cusco, donde los niveles de contaminación sonora se debe a actividades como el tráfico motorizado y la megafonía de la venta ambulante (De la Torre et al., 2003). En Ica, la población de la tercera edad muestra mayor percepción de los altos niveles de contaminación sonora, mientras que los jóvenes perciben mayores molestias, al punto de que los adultos se ven en la necesidad de recurrir a medidas como colocar cristales insonorizantes (Massa, Cusi & Álvaro, 2021). Asimismo, en el distrito de Ate, los habitantes lidian con molestias como zumbido en los oídos, estrés, dolor de cabeza y en el cuello, fatiga y cansancio debido a la alta contaminación sonora (Valdivia & Pérez, 2021). De este modo, se evidencia que la contaminación sonora es una realidad para muchas zonas de nuestro país, y afecta gravemente la calidad de vida de las personas, así como su salud mental y física.

Afortunadamente, existen estrategias de prevención que ayudan a evitar y mitigar esta problemática. ¿Cómo podemos evitar generar contaminación acústica? Desde nuestro papel de ciudadanos, cada uno de nosotros debe ser consciente de la importancia de un entorno libre de contaminación sonora, y cambiar ciertos hábitos cotidianos para garantizar un entorno más silencioso y óptimo para la salud. Por ejemplo, podemos apagar los electrodomésticos o aparatos electrónicos, como la televisión o la radio, cuando no se utilicen porque pueden crear un estrés innecesario en los oídos. Igualmente, podemos disminuir el volumen de equipos de música, controlar los ladridos de nuestras mascotas o evitar usar la bocina (CDC, 2023).

También, para reducir la exposición al ruido, hay que hacer pausas en las actividades que impliquen una exposición a sonidos fuertes y llevar siempre protección auditiva, como tapones de oído. Además, si detectamos contaminación sonora en nuestro entorno, es importante denunciar el caso ante el Servicio de Información Nacional de Denuncias Ambientales (Sinada) del OEFA.

Por otro lado, es necesario que las entidades públicas nacionales y locales colaboren conjuntamente para elaborar políticas y medidas de manejo sostenible de los niveles de ruido. Por ejemplo, una de las principales fuentes de contaminación sonora en las ciudades del Perú es el tránsito vehicular. Por ello, sería conveniente la elaboración de un programa de reestructuración urbana en el que se priorice la construcción de corredores peatonales para limitar el uso de automóviles e impulsar la movilidad a pie o en bicicleta. Estos mecanismos podrían reducir significativamente la contaminación sonora y otros perjuicios ambientales. Además, la adopción de políticas públicas a favor de la implementación de áreas verdes en espacios públicos podría atenuar la contaminación auditiva al actuar como barreras naturales del ruido (Alfie & Salinas, 2017).

En síntesis, debemos recordar y ser conscientes del impacto que tiene la contaminación sonora en nuestra salud. Para contrarrestar estos efectos, se deben hacer cumplir las regulaciones establecidas, y administrar las ciudades y las actividades priorizando el bienestar de la población. 

REFERENCIAS:

  • “Ruido en la ciudad. Contaminación auditiva y ciudad caminable”. Estudios Demográficos y Urbanos. (2017).
  • Preventing Noise-Induced Hearing Loss. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). (2023).
  • Decreto Supremo N°085 de 2003 [Presidencia del Consejo de Ministros]. 
  • “Contaminación acústica en el centro histórico de Cusco (Perú)”. Revista de acústica. (2003). 
  • Noise Pollution. National Geographic Society. (2024).