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23/06/2008

El problema del agua

El siguiente artículo pertenece al profesor Flavio Ausejo, profesor del Departamento de Ciencias Sociales y coordinador del Diploma en Gestión Integral y Sostenible del Agua. Si quieres leer la entrevista al doctor Lonnie Thompson, ingresa a la sección de Científicos invitados.

¿Es cierto que Lima podría sufrir racionamientos de agua el próximo año por falta de reservas? Aquí ensayamos respuestas desde una perspectiva académica, enfocada en el tema de la gestión de los recursos hídricos y alejada de los cálculos políticos.

Guillermo León, presidente de Sedapal, alertó el pasado 9 de junio en primeras planas sobre un posible racionamiento de agua para Lima en el 2009 si no tenemos un manejo prudente de las actuales reservas. Sus declaraciones generaron ese mismo día la reacción de dos ministros: Enrique Cornejo, de Vivienda, aseguró que no existe tal riesgo y que el abastecimiento para la ciudad está garantizado; y Antonio Brack, del Ambiente, prácticamente acusó a León de generar alarma de manera innecesaria.

El anuncio del presidente de Sedapal llama la atención, pues quienes controlan las reservas de agua para Lima son justamente Sedapal y la empresa de generación eléctrica Edegel, por lo que si alguien debe tener un manejo prudente de las reservas de agua fresca son estas dos empresas. Existen, sin embargo, antecedentes de discrepancias entre ambas: en septiembre del 2005, por ejemplo, se acusaron mutuamente de poner en riesgo las reservas de agua para Lima, luego de haber sufrido racionamientos en el 2004. En todo caso, lo cierto es han pasado los días y hasta ahora ninguna autoridad ha señalado las razones por las cuales no deberíamos tomar en cuenta las declaraciones del presidente de Sedapal –que se entiende es el experto en el tema–, ni tampoco han mostrado información que haga pensar que no hay motivo de alarma.

No desperdiciar agua. Lo cierto es que el tema de las reservas de agua para Lima es recurrente, y la razón que se presenta es que no hay agua suficiente. Este argumento, tengo la impresión, no es el más apropiado para plantear una solución, pues la respuesta obvia es la de ampliar la capacidad de almacenamiento de agua para la ciudad. Ello implica desarrollar las obras de transvase de agua de las lagunas de Pomacocha (Marca II) y Huascacocha (Marca IV), y la respectiva planta para potabilizar el agua. La pregunta es: ¿Quién va a pagar esas obras? Así sean entregadas al sector privado en alianza público-privada, el financiamiento del Estado lo pagan los usuarios de Lima, en su factura mensual, o todos los peruanos, a través del Tesoro. De eso no se ha hablado por razones políticas, pues ninguna autoridad se hace popular anunciando incrementos en las tarifas de agua. Sin embargo, el dato existe y está en el Plan Maestro Optimizado 2006-2011 de Sedapal, que consigna un incremento de 10,37% en la tarifa de agua potable el día que entre en operación Marca II, con una inversión estimada en S/. 760 millones. De algún lado tienen que salir los recursos para estas obras, que son necesarias, pues Lima necesita incrementar su capacidad de almacenamiento. La pregunta no es quién las va a pagar, sino cuándo deben realizarse.

Desde esa perspectiva, personalmente creo que es posible dilatar el momento de iniciar las obras. Ello debido a que en Lima existe un enorme desperdicio de agua potable, por parte de Sedapal y de la población. En el caso de Sedapal, sus indicadores de gestión muestran que la empresa no cobra todo lo que vende (el porcentaje de agua potable que vende pero no factura es de 37,8% y los usuarios sin medidor pero con servicio son el 30%) y no entrega todo lo que produce (el nivel de pérdidas en red es del 39,7%). Con una estrategia adecuada en gestión comercial y reparación de redes es posible recuperar agua potable que produce La Atarjea, pero que la empresa no cobra, y mejorar el servicio. De otro lado, la empresa no reutiliza el agua potable utilizada (el nivel de tratamiento de aguas residuales es apenas de 12,2%), lo que provoca que el agua potable se utilice en tareas que podrían ser atendidas con agua residual tratada. Si bien es cierto que esto tiene un costo –la planta de tratamiento de aguas residuales de Taboada tiene una inversión estimada en S/. 861,7 millones–, los beneficios son grandes, pues adicionalmente aliviaría el problema de contaminación del mar de Lima. Estas medidas de gestión podrían extender el momento en el cual deba ampliarse la capacidad de almacenamiento de agua para Lima.

De otro lado, es necesario cambiar nuestros hábitos de consumo para promover la cultura del ahorro de agua. En ese sentido, una de las mejores maneras de hacerlo es a través del precio. Los usuarios cambian sus hábitos de consumo si el precio se incrementa. Es falso que el precio del agua debe ser bajo para que las personas de menores ingresos la puedan costear, porque son justamente estas personas las que no tienen servicio de red (en Lima hay un millón de personas que pagan hasta diez veces más por agua potable de dudosa calidad). Esto implica afinar un esquema de subsidios cruzados y directos, que el ente regulador SUNASS ya estudia. Ojalá en los próximos días seamos testigos de una discusión sobre estos aspectos por parte de las autoridades; mientras tanto, el abastecimiento para Lima será cada vez más complicado.

Cifras
39,7%
Del agua tratada en La Atarjea se pierde por deficiencias en la red de distribución. 

10,37%
Se deberían incrementar las tarifas de agua potable en Lima al entrar en operaciones Marca II.