
Por: Mauricio Collazos, voluntario de Clima de Cambios
Las supermanzanas, o “superilles», son un programa urbanístico implementado en Barcelona desde 2016 como parte de una estrategia promovida por el Ayuntamiento para reducir la contaminación, mejorar la calidad del aire y hacer la ciudad más habitable. El objetivo es devolver a la ciudadanía una parte del espacio actualmente ocupado por los vehículos privados (Ajuntament de Barcelona, s.f.).
La iniciativa se basa en reorganizar el tráfico agrupando varios bloques urbanos en «supermanzanas,» donde el tránsito vehicular se restringe a las calles perimetrales, favoreciendo la movilidad peatonal y el uso de bicicletas dentro de estos espacios. La primera supermanzana se implantó en el barrio de Poblenou y, desde entonces, el programa se ha extendido a otras zonas de la ciudad, como Horta y Sant Antoni.
Según la Agència de Salut Pública de Barcelona (ASPB), la implementación de las supermanzanas ha tenido un impacto positivo en la salud y calidad de vida de los residentes, mejorando su bienestar, tranquilidad, calidad del sueño, y logrando una reducción significativa del ruido y la contaminación, además de fomentar una mayor interacción social (Agència de Salut Pública de Barcelona [ASPB], 2021). El estudio también subraya que estas medidas tienen el potencial de generar un impacto positivo aún mayor en la salud de la población, siempre que se extiendan de manera generalizada (ASPB, 2021).
En la nueva distribución del espacio urbano se definen los ejes verdes, que conectan las plazas recientemente creadas. Estos ejes están diseñados como corredores peatonales donde se prioriza la creación de áreas verdes y el acceso sencillo a las zonas comunes de la comunidad. Idealmente, todos los residentes deberían tener un eje verde o una plaza a menos de 200 metros de su hogar (Ajuntament de Barcelona, s.f.).
Los resultados ambientales del proyecto en las áreas donde se ha implementado han sido positivos, destacando la mejora en la calidad del aire y la reducción de la contaminación. Por ejemplo, en la supermanzana de Sant Antoni, las concentraciones de contaminantes atmosféricos como el NO2 disminuyeron en un 25%, y las de PM10 se redujeron en un 17% tras la implantación de la superilla (Ajuntament de Barcelona, 2021). Del mismo modo, en la supermanzana de Horta, los niveles de NO2 y partículas se mantuvieron bajos (Ajuntament de Barcelona, 2021).

Imagen: Escofet
Los resultados en cuanto al bienestar de la población también han sido muy positivos, lo que refleja el propósito inicial del proyecto de poner a la ciudadanía en el centro. En Sant Antoni, los residentes reportan una mayor sensación de tranquilidad, seguridad, satisfacción y descanso, junto con un aumento en la socialización, gracias a la notable reducción de la contaminación sonora que mejora su experiencia al aire libre (Ajuntament de Barcelona, 2021). En Horta, el 45 % de las mujeres y el 56 % de los hombres perciben una mejora en el bienestar desde la implementación de la supermanzana. Además, el 60 % de las mujeres y el 66 % de los hombres consideran que la comodidad para transitar ha mejorado, y muchos padres señalan que ahora es más fácil caminar con sus cochecitos (Ajuntament de Barcelona, 2021). En Poblenou, los vecinos notan un ambiente más relajado y una reducción del estrés, destacando que los nuevos espacios promueven la calma, facilitan el caminar y fomentan la interacción entre los residentes, lo que fortalece las relaciones sociales y contribuye a mejorar la salud mental (Ajuntament de Barcelona, 2021).
Para la ASPB, gran parte de las mejoras percibidas por los vecinos de las supermanzanas pueden ayudar a prevenir enfermedades crónicas como las cardiovasculares, diabetes, obesidad, cáncer, problemas respiratorios, depresión y ansiedad, además de fortalecer las relaciones sociales (ASPB, 2021).
Sin embargo, las supermanzanas no fueron bien recibidas por todos los vecinos. A pesar de que el plan del Ayuntamiento fue diseñado para mejorar la calidad de vida, los residentes no fueron consultados antes de implementar este cambio de modelo, lo que generó un problema de comunicación y escepticismo inicial (Capriata, 2023). Además, las opiniones sobre el proyecto siguen divididas. Algunos vecinos consideran que las nuevas zonas están desiertas y pueden ser inseguras, mientras que otros las ven como espacios abiertos que benefician a la comunidad (Ajuntament de Barcelona, 2021). Según una encuesta realizada por el Gabinet d’Estudis Socials i Opinió Pública (GESOP), al menos el 45,4 % de los encuestados está en desacuerdo con las supermanzanas (Grácia, 2023). El descontento se debe a diversos factores, como la acumulación de tráfico en las calles periféricas, la gentrificación de los alquileres y los problemas para los negocios ubicados dentro de las supermanzanas (Fariña, 2022).
A pesar de las críticas y las dificultades de adaptación por parte de algunos vecinos, los beneficios ambientales y sociales de las supermanzanas han demostrado ser efectivos. Este programa ha contribuido a mitigar el problema del uso excesivo de vehículos y la contaminación en Barcelona. En este contexto, se puede trazar un paralelo con la ciudad de Lima, que también enfrenta un grave problema de congestión vehicular. Las supermanzanas podrían ofrecer una solución sin la necesidad de reconstruir por completo las calles. Sin embargo, surge la pregunta: ¿Sería realmente viable implementar un programa similar en Lima? ¿O los limeños serían aún más resistentes al cambio que los barceloneses?