En el marco del evento ‘Movilidad Sostenible PUCP’, organizado por la DARS, el INTE, Clima de Cambios, OPROSAC y RAU, se desarrollará el conversatorio ‘¿Hacia dónde va Lima?’, que tiene como fin problematizar sobre la gestión del transporte y la movilidad sostenible en nuestra ciudad. Se contará con la exposición de especialistas, funcionarios públicos, y activistas de la sociedad civil que presenten y debatan el modelo de movilidad que se viene implementando en Lima Metropolitana. Uno de ellos es Fernando Jiménez, Ingeniero Mecánico de la PUCP e Investigador del INTE-PUCP.
Uno de los temas a plantear es la movilidad urbana. Esto implica temas como la movilidad sostenible, el parque automotor, la inseguridad vial, transporte público, el uso de la bicicleta, los peatones, la informalidad, la contaminación ambiental, entre otros. En este sentido, se hace necesaria la presencia de actividades y eventos académicos, con el fin de generar espacios de reflexión y discusión sobre el enfoque de transporte en Lima.
Jiménez, quien se desempeña como docente de la Sección de Ingeniería Mecánica de la PUCP, también es investigador en energías renovables y medio ambiente, y coordinador del Grupo Servicio de Análisis Energético y Ambiental del INTE-PUCP. El conversatorio ‘¿Hacia dónde va Lima?’ se llevará a cabo este miércoles 5 de octubre a las 6:00 p.m. en la Sala de Conferencias de Estudios Generales Letras (EEGGLL).
Desde su punto de vista, ¿cómo está el panorama actual del transporte, tanto público como privado, en Lima?
El tema de transporte es complicado porque nace de una serie de mutaciones sociales, económicas y políticas. Y lo paradójico es que, por ejemplo, algunas personas se quejan del exceso de vehículos que hay en Lima; sin embargo, es una de las ciudades con menos vehículos en Latinoamérica. Entonces, el problema no es de número, sino de gestión. Esto significa recursos de dos tipos: humanos y de infraestructura. Generalmente, los gobiernos, tanto nacional, como regionales o locales, cuando hablan de transporte, creen que es más infraestructura y las grandes inversiones están ahí. El Ministerio de Transporte y Comunicaciones es el ministerio que más dinero tiene y ha tenido en los últimos años. Creen que cemento es sinónimo de modernidad, y lo que va a resolver el problema del transporte y las comunicaciones. Eso no es cierto.
El problema del transporte viene desde los años noventa, cuando se cambiaron las políticas y se liberalizó el transporte. Lo caótico del transporte es producto de la racionalidad de cada uno de los actores. Cada actor actúa desde el punto de vista racional para él, pero que la suma de todos, es un efecto sinérgico negativo. Más bien, todo se confabula para que ocurra lo que tenemos como problema ahora, ¿no? Y el transporte en particular es una definición que está cambiando por movilidad, que es justamente el nuevo enfoque que habría que darle.
¿Y qué implica este nuevo enfoque de movilidad?
Implica la primera pregunta: ¿tengo que moverme? Ahí viene el tema de TICs. Antes se tenía el esquema antiguo de reunión tipo sentémonos a conversar. Ahora podemos tener una reunión virtual e incluso hablar con gente que está en otra ciudad. Lo segundo es para movernos cuál es lo más eficiente que podemos hacer, y lo otro que va de la mano es hacia dónde debemos movilizarnos. Acá tenemos que atravesar la ciudad para hacer cosas cotidianas como estudiar o trabajar, cuando lo racional sería que estudie y/o trabaje cerca de donde vivo o viva cerca de donde estudio y/o trabajo.
El crear espacios cercanos, o acercarse a los espacios donde uno cree que va a desarrollarse por un tiempo, implica un tema de movilidad. Yo conozco chicos que viven lejos de la universidad, pero durante la semana viven cerca, alquilan cuartos. A eso llamo movilidad: organizarse de tal manera que no perdamos ni el tiempo ni recursos para el desplazamiento. El limeño promedio, para ir a trabajar o estudiar, demora de una hora y media a dos horas al día. Es un par de horas que dejas de hacer otras cosas. Es ahí donde el tema de movilidad empieza a cobrar importancia.
¿Quiénes serían los protagonistas de este fenómeno? Solemos decir que el Estado, pero tal vez también nosotros mismos como usuarios.
Ahí está la discusión. Porque cada actor tiene sus propias maneras de ver la movilidad. Es un tema cultural. Entonces, generalizar en la población lo que a alguien le parece bueno es un error muy grave. Yo no puedo generalizar, por más que crea que la solución es la bicicleta o no subirse a un ómnibus o a vehículos que contaminan. Conozco gente de diversas edades que podrían usar la bicicleta para ir a sus trabajos, pero dicen «no quiero llegar sudando», «no tengo facilidades en mi oficina para cambiarme» o «si llego un poco sudado, tengo que tomar unos minutos el baño para poder asearme y más bien incomodo a los demás».
En el otro extremo está la cultura combi, donde las personas bajan en cualquier lugar, que no son paraderos, y molestan a todos, tanto demás pasajeros y choferes, y más bien obstaculizan el tránsito. O estiran el brazo a mitad de la cuadra y paran cinco taxistas, ocasionando caos vehicular. O cuando se cruzan los vehículos de transporte público para ganar pasajeros.
Entonces, creo que ahí la gran discusión es dónde está el win-win, el punto en común donde todos ganan. Así como hay marchas donde la población sí se involucra mucho, ¿qué hay en común para que todos salgamos a protestar o hacer que el Gobierno diga «acá hay un tema que tenemos que resolver»? ¿Tenemos que esperar más muertos por accidentes? Todos los días hay. ¿Qué tenemos que esperar? ¿Cuándo salimos? Pero si salen unos, hay una suerte de reacción de otros. Si sale la población a decir que subieron los pasajes, luego sale el municipio diciendo que va a cambiar de rutas, y luego Protransporte, y luego los propietarios de vehículos de combis. ¿Dónde está el medio, el común denominador, para que eso funcione? Esa es la gran pregunta y la respuesta tenemos que buscarla justamente en eventos como estos [Conversatorio ‘¿Hacia dónde va Lima?’].
En ese sentido, ¿qué soluciones usted propondría para este problema?
Las propuestas son muy particulares. El gran problema es cuando tratamos de importar soluciones. A alguien se le ocurre que el tren eléctrico es la solución, que la bicicleta es la solución, que la gente camine más es la solución, porque eso funciona en determinado lugar. Un caso emblemático de transporte eficiente en grandes ciudades es São Paulo. ¿Acá la gente está dispuesta a pagar más de tres soles por cada vez que sube a un ómnibus? Entonces, no podemos decir que el modelo paulistano es, desde el punto de vista técnico, el ideal para nuestra realidad.
El otro tema, muy ligado a la contaminación, son los vehículos. ¿Tienen que usar gas natural? ¿No tienen que usar petróleo? ¿Qué pasa con los vehículos eléctricos? Se dice que son muy caros porque la batería es demasiado grande y pesada. Eso está bien para el norteamericano promedio que vive lejísimos de donde estudia o trabaja, que usa mucho autopistas y tiene una autonomía de 200 millas (300 km). Acá hemos hecho un estudio con unos tesistas, y vimos que el limeño promedio recorre en su auto 30 km al día. La batería se redujo: el peso y el precio son menores.
Otro cuestionamiento es que el uso de vehículos eléctricos demandaría mucha energía eléctrica y, por ende, contaminaríamos más. Falso, en el Perú nos sobra la hidroenergía. En este momento, la capacidad de generación es altísima. A largo plazo, considero que todos deberíamos tener vehículos eléctricos. Es una solución que no es posible en otros países. Acá la situación es diferente. Pero nos venden la idea de motores eficientes, de seguir usando gas. Es más, nosotros nunca debimos consumir petróleo.
Por otro lado, hay un tema del rol de Gobierno. Debe haber una gran decisión política a largo plazo, porque esto no se va a resolver en tres ni cinco años. Se puso como meta el 2021, el Bicentenario. Yo diría el 2030. Pero apostemos a que se cambie, y a hacer todo lo que deba hacerse para que en el 2030 tengamos otra ciudad, otro país, otro transporte. También debemos tener en cuenta que no vamos a llegar a ningún acuerdo mientras muchas de las competencias se traslapen. Si vemos el caso de Lima, hay muchas autoridades. Están los municipios de Lima y el Callao, el Ministerio de Transporte y Comunicaciones, la Policía. Hay demasiados actores. Un tema muy recurrente es el de la autoridad única, un ente que organice todo. Ponerse de acuerdo a veces es complicado. Creo que deberíamos acercarnos más a decisiones racionales, no como individuos, sino como sociedad, como comunidad.