
Este 14 de mayo de 2025, el Parque Nacional Tingo María cumple 60 años desde su creación oficial en 1965. Situado en la región Huánuco, fue el segundo parque nacional establecido en el Perú, y desde entonces se ha consolidado como un símbolo de conservación, orgullo local y aprendizaje desde la biodiversidad.
Por Mag. Claudia Tuesta, docente de la Facultad de Educación
En el corazón verde de Huánuco, este aniversario no solo celebra décadas de resguardo del patrimonio natural, sino también el compromiso de quienes lo cuidan y enseñan con él cada día.
“El parque es un espacio vivo de aprendizaje. Conservar es también educar y nuestro mayor logro es que las comunidades sientan que el parque también es suyo”, señala el ingeniero Luis Flores, jefe del Parque Nacional Tingo María.
Un aula viva entre montañas
La silueta de la Bella Durmiente custodia un área natural que, más allá de su belleza paisajística, cumple un rol esencial en la educación ambiental. Estudiantes de diversas regiones llegan al parque para conocer su biodiversidad, recorrer sus senderos y entender, desde la experiencia directa, la importancia de conservar los ecosistemas.
Este enfoque educativo no solo se limita a las visitas guiadas. Desde el equipo del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), se promueven actividades pedagógicas con instituciones educativas, programas de sensibilización y trabajo articulado con comunidades.
En ese sentido, Luis Flores destaca que uno de los retos actuales es fortalecer el vínculo entre conservación y educación: “Nuestro objetivo es que cada visita deje una huella, especialmente en los más jóvenes. Que no solo recuerden un paisaje, sino un mensaje de respeto por la naturaleza”.
Turismo consciente para aprender y conservar
El turismo también es una herramienta clave en este proceso educativo. Para Karla Tito, especialista en turismo del parque, el reto está en generar experiencias significativas para los visitantes, que combinen disfrute, aprendizaje y respeto.
“Nos interesa que el turista no solo venga a tomarse una foto, sino que entienda el valor de lo que está viendo, que conozca la historia de este bosque, los esfuerzos por conservarlo y el rol que él mismo puede tener como aliado”, explica Karla.
Gracias al trabajo del equipo técnico y guardaparques del Sernanp, el parque ha fortalecido su infraestructura y señalización interpretativa. Además, los orquidearios, miradores y recorridos guiados permiten una conexión más profunda con el entorno natural.

Imagen: Mongabay
Vocación que se hereda y se cultiva
Detrás del cuidado de cada sendero y cada orquídea, hay historias de vida profundamente ligadas al bosque. Una de ellas es la de Emiliano Carrillo Mena, guardaparque con 15 años de servicio. Para él, ser guardaparque no es solo un oficio, sino una forma de vida.
“Yo creo que la naturaleza me escogió. Si no te nace, no fluye. Desde niño viví cerca del bosque y cuando llegué aquí, sentí que este era mi lugar”, comenta Emiliano, quien ha liderado con pasión la protección de más de 240 especies de orquídeas registradas en el parque.
Su conexión con las flores, transmitida desde su abuela, y su compromiso con la conservación lo han llevado a ser un referente dentro del equipo. Emiliano no duda en invitar a las nuevas generaciones a sumarse: “Si te gusta la naturaleza, ven a un área natural protegida. Haz tu primera prueba. Ahí descubrirás si esto también es para ti”.
Celebrar y conservar
El aniversario 60 del Parque Nacional Tingo María es una oportunidad para mirar hacia atrás con orgullo, pero sobre todo para proyectar un futuro donde la conservación y la educación ambiental vayan de la mano. El mensaje del equipo es claro: proteger la biodiversidad también es una forma de enseñar a vivir mejor.
Quienes trabajan en el parque —desde especialistas hasta guardaparques y orientadores locales— coinciden en que el contacto directo con la naturaleza transforma. Cambia mentalidades, activa memorias, y siembra en niñas, niños, jóvenes y adultos el deseo de cuidar aquello que nos cuida.
Visitar el Parque Nacional Tingo María es más que una excursión: es una experiencia formativa, transformadora y profundamente necesaria en estos tiempos.