Noticias
06/09/2016

Del café al pescado: alimentos que el cambio climático hará mucho más caros


 

Temperaturas más altas, fenómenos meteorológicos intensificados, largos periodos de sequía, violentas inundaciones… En el complejo entramado de acciones y reacciones que componen la vida en nuestro planeta, el cambio climático no solo amenaza la vida y hogares de millones de personas en todo el mundo. También amenaza con cambiar la forma en que nos alimentamos.

 

El café


Según el Instituto del Clima de Australia, el cambio climático está reduciendo las zonas del mundo adecuadas para producir café, al aumentar las temperaturas en los sitios donde se cultiva. En un informe publicado recientemente, indican que la producción en Tanzania, donde 2,4 millones de personas viven de esta industria, se ha reducido en 137 kilos por hectárea con cada aumento de 1 grado en la temperatura mínima. En total, han experimentado una reducción del 50% desde la década del sesenta.

 

Los científicos estiman que Nicaragua perderá la mayoría de sus tierras cafeteras antes de 2050, y que Tanzania alcanzará niveles de producción críticamente bajos en 2060. Para 2080, el café salvaje, importante para mantener la variedad genética del café cultivado, podría haberse extinguido. El principal impacto será que los 120 millones de personas que dependen del café verán peligrar su subsistencia. Los consumidores también sufrirán las consecuencias en la calidad y sobre todo el precio.

 

El chocolate

 

El café no es el único producto que podría escasear a causa del cambio climático. El chocolate también está en la lista, aunque en su caso el problema no es la temperatura, sino la humedad, o la falta de ella. El árbol del cacao, del que proviene el chocolate, solo crece en lugares donde las temperaturas son uniformes todo el año, la humedad es alta, llueve mucho, el suelo es rico en nitrógeno y están protegidos del viento. Por eso, abunda en las junglas tropicales.

 

Actualmente, Costa de Marfil, Ghana e Indonesia son los principales productores de cacao. Según las estimaciones del IPCC, si todo sigue como hasta ahora, esos países experimentarán un aumento de sus temperaturas de 2,1 grados. Según las previsiones, este aumento irá acompañado de una mayor evaporación del agua de los suelos y de las plantas, pero no de un aumento de las lluvias que compense esa evaporación. Esto quiere decir que las zonas aptas para el cultivo subirán de los actuales 100 a 250 metros de altitud sobre el nivel del mar a los 500 metros, reduciendo considerablemente la superficie.

 

El pescado y el marisco

 

Uno de los efectos, invisibles para la mayoría, del cambio climático es la acidificación de los océanos, causada porque el agua de los mares está absorbiendo de la atmósfera grandes cantidades del dióxido de carbono, que emitimos y que los bosques, en retroceso, no pueden procesar. En estos océanos más ácidos, organismos como los corales, crustáceos como las langostas, los cangrejos o las gambas, y moluscos como las ostras, las almejas y los caracoles marinos lo tienen más difícil para producir las conchas calcáreas que necesitan para sobrevivir.

 

El apreciado marisco no es lo único que sufrirá. También lo hará el salmón. Investigadores de la Universidad de British Columbia, en Vancouver, y de la Universidad MacEwan, en Edmonton, probaron a criar en el laboratorio ejemplares de salmón rosado bajo los niveles de acidez que se esperan en los océanos a finales de este siglo, y observaron que para la edad en la que debía emigrar al mar, la capacidad de sus músculos para emplear oxígeno había disminuido, haciéndolos más débiles y lentos, y por tanto presas fáciles para un depredador. Esto podría poner en peligro las variedades salvajes de salmón en el futuro.

 

Las papas

 

Son uno de los alimentos más consumidos en todo el mundo y un producto básico en la gastronomía de muchas culturas, como la peruana. Pero eso podría cambiar, así como el clima. Por ejemplo, se espera que un aumento en la concentración atmosférica de CO2 incremente su ritmo de fotosíntesis, y con ello el de crecimiento. Pero un aumento de las temperaturas puede no venirles tan bien. Las papas crecen en un rango de temperaturas exteriores de entre 5 y 30 grados, y el efecto de un aumento de varios grados puede causar la reducción de las áreas donde crecen.

 

La reducción de las lluvias aumentará la necesidad de riego, que no será rentable en algunos lugares. Se calcula, por ejemplo, que el territorio de Reino Unido para cultivar papas solo con agua de la lluvia se reducirá al menos un 75% de aquí a 2050. Por último, distintas plagas pueden empezar a afectar a la papa si cambia el clima: algunas comenzarán a aparecer en lugares que ahora son demasiado fríos para ellas, así como a través de inundaciones que serán cada vez más frecuentes.

 

El maní


Aunque lo consideramos un fruto seco, de hecho el maní es una legumbre, y las alteraciones del clima pueden alterar también su producción. Son cultivos exigentes, que requieren unos cinco meses de calidez y entre 50 y 100 centímetros de agua. Las sequías son por lo tanto un problema para el cultivo de cacahuetes, que sin agua simplemente no producen sus frutos.

 

En el año 2011  Estados Unidos, uno de los principales productores (y consumidores) de cacahuetes del mundo, vivió intensas sequías en verano, reduciendo la producción en miles de toneladas y disparando los precios para la industria alimentaria, que los usa como ingredientes en decenas de dulces y postres, y para el consumidor final.

 

Paltas, naranjas, almendras y nueces

 

Investigadores californianos llevaron a cabo un estudio hace unos años en el que analizaron cuánto podía reducirse la producción de seis productos agrícolas muy populares si el clima seguía cambiando: las uvas para vino, las uvas de mesa, las almendras, las nueces, las naranjas y las paltas. Las conclusiones eran que a mediados de siglo, la producción podía haberse reducido un 40%.

 

Según esos resultados, las uvas para vino no sufrirían grandes cambios, pero los demás sí verían reducirse sus áreas de cultivo de forma moderada a sustanciosa. En el caso de las paltas, el descenso es el más pronunciado: un 40% menos de producción que las cosechas actuales debido a los cambios en el clima.

 

Las manzanas

 

Su producción puede verse afectada si la Tierra sigue calentándose. Algunos árboles frutales, como los manzanos, necesitan un periodo de frío en invierno para producir cosechas económicamente viables, algo que, según un estudio de 2011, se está viendo afectado a medida que se suavizan los inviernos.

 

Claro que esto también tiene otros efectos. Según una investigación llevada a cabo en Japón, el cambio climático está dando como resultado manzanas más blandas, pero más dulces. Debido a las temperaturas más altas, los manzanos florecen antes, y eso afecta a las propiedades de la fruta, disminuyendo su dureza y acidez. «Si pudieses comerte una manzana recogida hace 30 años, y otra recogida ahora, en el mismo momento del año, podrías saborear la diferencia», explicaba Toshihiko Sugiura, de la Organización Nacional de Investigación sobre Agricultura y Alimentos de Japón.

 

Fuente: El Confidencial