La IA se está consolidando como una herramienta decisiva en la lucha contra el cambio climático. Desde sistemas predictivos que anticipan desastres naturales hasta el análisis de datos en tiempo real para la conservación de ecosistemas, la IA está transformando la forma en que enfrentamos los problemas del mundo y también los ambientales. Sin embargo, detrás de los avances, también surge la preocupación por su impacto ecológico. El profesor César Beltrán, doctor en Bioinformática, y fundador y coordinador del Grupo de Inteligencia Artificial (IA-PUCP), nos dio alcances sobre este tema y alertó lo poco (o nada) que se viene haciendo en el Perú al respecto.
Por Joana Cervilla
La inteligencia artificial (IA) ha ganado protagonismo en la lucha contra el cambio climático y en la conservación de los ecosistemas, gracias a su capacidad para analizar datos masivos y generar predicciones precisas. Desde modelos que anticipan desastres naturales hasta herramientas para rastrear emisiones de carbono, la IA ha transformado nuestra capacidad para abordar desafíos ambientales complejos. Sin embargo, su acelerado crecimiento ha generado un dilema: el consumo energético y los recursos necesarios para sostener la infraestructura de IA tienen un impacto significativo en el medioambiente, lo que cuestiona si esta tecnología es realmente sostenible.
“La IA es una aliada pero como todos los desarrollos, como la energía atómica, por ejemplo, puede ser una aliada para el bien o para el mal. Para eso justamente es necesario establecer convenios, marcos regulatorios y normativas”, sostiene César Beltrán, doctor en Bioinformática, y fundador y coordinador del Grupo de Inteligencia Artificial (IA-PUCP).
Una herramienta para enfrentar el cambio climático
Uno de los grandes logros de la IA es su capacidad para prevenir y mitigar desastres naturales. Un ejemplo es la iniciativa Google Flood Forecasting, en India y Bangladesh, que utiliza modelos de IA para anticipar inundaciones y alertar a las poblaciones en riesgo. Esta herramienta ha sido capaz de pronosticar inundaciones con hasta 4 días de anticipación frente al poco tiempo que ofrecen los monitoreos convencionales.
En el ámbito de la meteorología, IBM ha desarrollado predicciones avanzadas que ayudan a monitorear incendios forestales, huracanes y tormentas en tiempo real, permitiendo respuestas rápidas para salvar vidas y reducir daños. Estas aplicaciones se han convertido en fundamentales para la planificación de estrategias preventivas y de respuesta.
Además, existen plataformas que usan la IA para rastrear y reducir emisiones de carbono. Microsoft, por ejemplo, lanzó la iniciativa AI for Earth, que permite monitorear en tiempo real la deforestación y la biodiversidad a nivel global. Otro proyecto destacado es Climate Trace, una coalición liderada por Al Gore que usa la IA para rastrear emisiones de carbono en todo el mundo, proporcionando datos precisos para la creación de políticas ambientales más efectivas.
El lado oscuro de la IA
A pesar de los beneficios, la IA también enfrenta críticas por su impacto ambiental. Entrenar un solo modelo de IA puede liberar hasta 284 toneladas de CO₂, equivalente a las emisiones de cinco automóviles a lo largo de su vida útil, según un estudio de la Universidad de Massachusetts Amherst.
Además, los centros de datos, esenciales para ejecutar y almacenar los modelos de IA, representan actualmente entre el 1% y 2% del consumo global de electricidad, una cifra que se espera aumente con el crecimiento de la demanda tecnológica. El Dr. César Beltrán, quien también es profesor de Ingeniería Informática en la PUCP, expresa su preocupación al respecto: “La huella de carbono de la IA es considerable, especialmente en el entrenamiento de modelos y en consultas recurrentes en plataformas, como los chatbots. Esta situación es preocupante, y ya se están explorando alternativas para reducir este impacto. Google, por ejemplo, está evaluando la creación de plantas nucleares cerca de sus centros de datos para generar energía limpia”.
¿IA sostenible?
Para balancear el crecimiento de la IA con la sostenibilidad, diversas empresas e investigadores vienen desarrollando tecnologías y estrategias más amigables con el medioambiente.
“Hay propuestas bastante innovadoras como instalar paneles solares y centros de datos en el espacio, de modo que puedan consumir energía solar directamente, sin la interferencia atmosférica. Esto permitiría trasladar el consumo energético y el procesamiento de datos fuera del planeta, disminuyendo así el impacto ambiental en la Tierra. Aunque suena descabellado, tiene mucho sentido llevar los servidores al espacio, ya que pueden aprovechar al máximo la energía solar sin el filtro de la atmósfera», explica Beltrán. Esta iniciativa llamada SpaceBelt, de la empresa Cloud Constellation, se encuentra en fase de desarrollo y prueba, con la intención de lanzar varios satélites que conformarán una «cinturón» en la órbita baja de la Tierra a partir del 2025.
Asimismo, se encuentran las iniciativas vinculadas a hardware especializado y eficiente. Empresas como Google y NVIDIA están diseñando procesadores de bajo consumo que reducen la energía requerida para ejecutar modelos de IA. Las Tensor Processing Units (TPU) de Google, por ejemplo, optimizan los cálculos de machine learning con una eficiencia energética superior a los procesadores convencionales.
Además, grandes empresas tecnológicas están invirtiendo en energía eólica y solar para abastecer sus instalaciones. Google anunció que planea operar exclusivamente con energía renovable para 2030 y Microsoft ha declarado que será carbon negative para el mismo año .
Impacto en América Latina
América Latina se ha convertido en un destino atractivo para la construcción de centros de datos, debido a sus menores costos energéticos y a regulaciones ambientales menos estrictas. Sebastián Lehuedé, profesor de Ética y Sociedad en el King’s College de Londres, destaca que estas condiciones han atraído a grandes tecnológicas que buscan expandir sus infraestructuras fuera de sus países de origen. Sin embargo, este crecimiento plantea serias preocupaciones sobre la sostenibilidad de la región y la protección de sus recursos naturales.
De acuerdo con el Dr. Beltrán,“la expansión de centros de datos en áreas del sur global, como América Latina, implica una extracción intensiva de recursos como cobalto, litio y tungsteno, necesarios para fabricar dispositivos de IA. Esto plantea no solo un problema ambiental, sino también social, ya que la extracción de estos materiales muchas veces se realiza en condiciones laborales desfavorables y con impactos significativos en el ecosistema local”.
La necesidad de políticas y regulaciones ambientales para la IA
Ante el crecimiento de la IA y su impacto ambiental, surge la necesidad de marcos regulatorios que promuevan su uso ético y sostenible. El Dr. Beltrán sugiere la creación de normativas internacionales similares a las que regulan la energía nuclear, con el objetivo de establecer un desarrollo de la IA orientado al beneficio de la humanidad y transparente. “La IA es una herramienta con mucho potencial para contribuir al medioambiente, como el monitoreo de incendios forestales y la conservación de especies, pero debemos encontrar maneras de utilizarla de manera más sostenible”, sostiene.
La Unión Europea ha dado los primeros pasos en este sentido, trabajando en regulaciones que establezcan límites al consumo energético permitido para centros de datos y modelos de IA, y apoyando investigaciones en «IA verde» para garantizar que estos desarrollos sean ambientalmente sostenibles .
El Perú y la IA: un desafío pendiente
El Perú enfrenta serios desafíos para integrar la inteligencia artificial (IA) en su desarrollo. Según el Dr. César Beltrán, el principal obstáculo es el desconocimiento generalizado sobre esta tecnología en los sectores públicos y privados. «Las autoridades son totalmente ajenas, y esto es grave porque la IA está entrando por todos los poros de la sociedad y no estamos haciendo nada como país para integrarla», alerta Beltrán. En sus reuniones con entidades gubernamentales, el experto ha notado que la falta de entendimiento limita la implementación adecuada de tecnologías emergentes, lo que coloca al Perú en desventaja frente a otros países que ya han comenzado a aprovechar su potencial.
Otro problema clave es la ausencia de políticas y planes para formar especialistas en IA. «No tenemos centros de desarrollo ni formación en inteligencia artificial. No hay ningún plan, ni siquiera está en agenda este tema», señala Beltrán, lo que subraya la falta de estrategia nacional. A pesar de los esfuerzos aislados de instituciones como la PUCP, que ofrece programas de formación en ciencia de datos e IA, estas iniciativas no son suficientes para cubrir la creciente demanda de profesionales capacitados. Además, la deficiente infraestructura de comunicaciones y la falta de cultura de datos en instituciones públicas y privadas agravan la situación, limitando el desarrollo de soluciones tecnológicas basadas en IA y aumentando la brecha tecnológica en el país.
Si bien la inteligencia artificial tiene un potencial transformador, su desarrollo conlleva una huella ecológica considerable que debe ser gestionada cuidadosamente. A medida que la IA se consolida en diversas áreas, resulta fundamental encontrar el equilibrio entre su uso beneficioso y su sostenibilidad. Solo así podremos asegurar que la tecnología, en lugar de ser una carga adicional, se convierta en un verdadero aliado en la construcción de un futuro más verde y sostenible.