Noticias
22/11/2013

Floricultura y los conflictos por el agua en Ecuador

Desde hace 30 años, la siembra de flores en Ecuador, especialmente las rosas, es un negocio que sigue creciendo y la exportación a Europa y Estados Unidos ha sido muy favorable.

 

Patricio Mena, experto ecuatoriano en temas de botánica y ecología, estuvo en la PUCP en el marco de la conferencia sobre Gobernabilidad y gestión del agua y presentó su investigación sobre la floricultura y los conflictos por el agua en Ecuador.

 

“La altitud y la solación son perfectas. En términos biofísicos y climatológicos, las condiciones para sembrar rosas en Ecuador son óptimas, normalmente hay sol por doce horas al día”, dijo Mena.

 

El experto en botánica y ecología, recordó que hace treinta años con el origen del neoliberalismo y la globalización, muchas personas dejaron sus haciendas y quienes se quedaron, decidieron cambiar las vacas por rosas. Todo esto al norte de Quito.

 

“La cultura tradicional era cosechar papa, maíz y trigo, luego era la leche y ahora se ha convertido en un valle plastificado. Las rosas dominan el paisaje, lo que antes era verde ahora es una alfombra blanca”, agregó Mena, quien además recordó que un cambio de negocio siempre trae consecuencias.

 

Dentro de las buenas, es que este agronegocio ha permitido que más personas tengan trabajo, los jóvenes ya no se van de la zona, ha aumentado el precio de los bienes raíces y los sueldos han mejorado.

 

Sin embargo, se han presentado problemas típicos que ocurren en lugares que crecen rápido.

 

“Mi investigación es sobre cómo se utiliza el agua en la zona. Se necesita agua todos los días o las flores mueren. Mi estudio se centra en eso, en cómo se maneja y distribuye el agua. El agua en esa zona se concesiona y esto a veces bueno y a veces no. Por lo menos existe una legislación que certifica cuánta agua debe recibir cada uno, se paga por este servicio”, agregó Patricio Mena.

 

Asimismo, indicó que es necesario evaluar la extensión de cada terreno, pues existe acumulación de agua en ciertos lugares, dijo además que han surgido microfloristas.

 

“Como ya han aprendido a sembrar flores, muchas personas han optado por hacer pequeños negocios y son flores de primera clase, pero estas nuevas microflorícolas también usan agua y pesticidas, pero como aún no hay formalización ni control, muchos floristas no cumplen normas sanitarias, por ello es necesario fijar normas. Tienen derecho a trabajar pero también deben seguir acuerdos”, sugirió Mena.

 

En base a sus estudios e investigaciones, Patricio Mena dijo que la realidad de la zona es muy compleja; pues no se puede prohibir a la gente local que pongan sus flores porque esto les va a dar ingresos, pero es necesario proponer y fijar políticas locales para que exista equidad y respeto por el recurso agua.