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24/10/2025

Economía y filosofía sostenible de los pueblos originarios: su presencia en la vida urbana

Imagen: AGROPERÚ

El 12 de octubre se conmemoró el Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo Intercultural. Estas comunidades conservan un conocimiento milenario sobre sostenibilidad que, al día de hoy, se adapta a los entornos urbanos. Sus saberes nos ofrecen una alternativa al modelo de producción actual que prioriza el beneficio económico sobre el equilibrio ambiental.

El principal enemigo

Las prácticas de los pueblos originarios son valiosas como alternativa para contrarrestar la grave contaminación ambiental generada por las industrias alimentarias. Sus residuos químicos, como fertilizantes y plaguicidas, degradan las propiedades de los suelos. Por ejemplo, disminuyen su actividad biológica y alteran su acidez natural, ocasionando una rápida pérdida de fertilidad. En consecuencia, estas industrias talan árboles con una frecuencia elevada para reemplazar los suelos improductivos. Asimismo, estos procesos diseñados para maximizar la producción también contribuyen a la emisión de gases de efecto invernadero, los cuales dañan la capa de ozono y agravan el calentamiento global. Frente a este panorama, los pueblos originarios ofrecen una visión distinta, un paradigma agrícola que busca la armonía, no el exceso.

La filosofía de los pueblos originarios

Frente al modelo de consumo acelerado, la filosofía del Buen Vivir, presente en diversos pueblos originarios, propone otra manera de entender la vida. No se trata de acumular. Basada en la reciprocidad, la empatía y el respeto, esta filosofía privilegia el bienestar de la comunidad más que el de uno propio, y ve a la Tierra como un ser vivo que merece cuidado y equilibrio. Cabe resaltar que estos conceptos no describen la totalidad de esta filosofía. Como señala Mautz (2024), el Buen Vivir de los pueblos originarios se puede explicar desde una perspectiva académica parcialmente. Además, la filosofía se estudia como conocimiento en universidades y no como formas de vivir. Es decir, la filosofía, antropología y otras ciencias proveen el entendimiento de una parte de esta filosofía, ofreciendo un valioso acercamiento. Sin embargo, esto realza su potencial pragmático, que es invisible en los textos. Por ello, sus principios y prácticas son altamente relevantes y útiles para fomentar una visión sostenible. 

Prácticas sostenibles ambientales 

Entre las prácticas sostenibles más destacadas de los pueblos originarios se encuentran el policultivo y las enmiendas orgánicas. Por un lado, el policultivo consiste en sembrar varias especies en una misma parcela, lo que mejora la fertilidad del suelo y reduce la necesidad de plaguicidas. De esta manera, el policultivo supera en eficiencia en un 71% al monocultivo (Veiga, 2009). Por ello, el valor de las diferentes combinaciones de semillas, como el maíz y el frijol, son parte del conocimiento ancestral que se transmite de generación en generación en los pueblos originarios.

Por otro lado, las enmiendas orgánicas, como el compost o los abonos naturales, también fortalecen los suelos y aumentan la calidad de los cultivos. Esto sucede por la movilización adecuada de los metales en el suelo, lo cual los hace más accesibles para las plantas en comparación con un suelo contaminado (Huaraca, 2020). Por tanto, estas técnicas demuestran que no solo son estrategias para generar efectos ambientales positivos, sino que también ofrecen beneficios económicos a largo plazo.

 

                                                                         Imagen: Inforegión


Pueblos originarios y empresas sostenibles

Cada vez más empresas y asociaciones indígenas reconocen el valor de estas prácticas sostenibles y las integran en sus modelos productivos. Por ejemplo, en Satipo, existen empresas y asociaciones indígenas donde los caficultores aplican abonos orgánicos al sembrar (Cancino, 2022). Por tanto, la transmisión de saberes ancestrales se consolida con el efecto indirecto de estas entidades. 

En las ciudades, este vínculo se refleja en ferias ecológicas como la Bioferia de Miraflores o la Feria de Productores de Apega, donde los habitantes urbanos pueden comprar variedad de productos orgánicos ofrecidos por empresas que trabajan en conjunto con pueblos originarios. Por ejemplo, se observa la venta de granos andinos, como quinua o kiwicha; verduras y frutas obtenidas de forma ecológica; o las diferentes variedades de papas nativas. De una manera más autóctona, existen ferias donde solo participan agricultores de pueblos originarios. Por ejemplo, en la Feria Expo Indígena, se puede encontrar diversos pueblos originarios, como bora, ticuna, achuar, que venden principalmente café (Plataforma Digital Única del Estado Peruano, 2025). De esta manera, estas interacciones, progresivamente, acercan los pueblos originarios a los entornos urbanos.

¿Más verde, más humano?

Los saberes ancestrales no son parte del pasado, sino una guía para el futuro. Al reconocer a la Tierra como un ser vivo, los pueblos originarios nos recuerdan que cuidarla es también cuidarnos. Esta trascendencia nos enseña la esencia de los valores humanos. Y sus iniciativas por acercarse a la modernidad ofrecen oportunidades para que los menos vinculados con la naturaleza puedan contribuir a un cambio verde. Tal vez, la verdadera modernidad no está en producir más, sino en vivir mejor. Y, para lograrlo, podemos aprender de quienes siempre supieron hacerlo.

Bibliografía