Por: Karina Elena Quispe Alí, voluntaria de Clima de Cambios
La deforestación en la Amazonía peruana es provocada por diversas actividades como la tala ilegal, la minería, la agricultura extensiva y el tráfico de tierras. Esta acción no solo ha generado la pérdida acelerada de biodiversidad, sino también un grave desequilibrio ambiental al deteriorar los hábitats naturales de innumerables especies que dependen de estos ecosistemas para su supervivencia.
1. Radiografía de la deforestación en la Amazonía del Perú
Es fundamental reflexionar sobre las actividades que impactan nuestros hábitats, en especial la Amazonía peruana. En este texto, se analizará la deforestación, sus causas y consecuencias en el ecosistema y en las poblaciones que dependen de él. Según WWF, “la deforestación se define como la conversión directa y/o inducida de la cobertura de bosque a otro tipo de cobertura… generalmente para actividades agrícolas, ganaderas, urbanísticas o mineras” (2024). Este proceso afecta los ecosistemas forestales y el equilibrio climático mundial con impactos directos en el medio ambiente.
Para dimensionar adecuadamente la magnitud del impacto ambiental, las estadísticas muestran que anualmente se pierden alrededor de 118 mil hectáreas de bosques amazónicos como consecuencia de la deforestación (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022). Estas cifras reflejan que el problema no solo es actual, sino también acumulativo a lo largo del tiempo. Así, según un informe de MapBiomas Amazonía, entre 1985 y 2020, la región amazónica perdió el 17 % de su vegetación, principalmente por la deforestación. Este dato revela que estamos cerca del punto de inflexión, estimado entre el 20 % y 25 % de pérdida total, lo que podría desencadenar impactos sin precedentes (Hallazi, 2022).
La deforestación global avanza en 24 frentes, 9 están en América Latina (WWF, 2024). En el caso del Perú, el impacto se concentra de manera particular en varias regiones amazónicas. Dentro de las zonas que más deforestación han registrado destacan Loreto, San Martín, Ucayali y Madre de Dios (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022). Solo como ejemplo de esta afectación, un estudio evidencia que, “entre los años 2007 y 2023, San Martín experimentó la pérdida de 39,000 hectáreas de bosques primarios húmedos, lo que representa el 57 % de pérdida total de cobertura arbórea” (Cutipa y Caballero, 2024, p. 116).
2. Raíces del problema: orígenes de la deforestación
Entre las principales causas de la deforestación en el Perú, una de las más relevantes a nivel nacional es la tala ilegal. Esta actividad, vinculada al tráfico de tierras y a la corrupción en distintos niveles, se ve favorecida por la ausencia de un adecuado ordenamiento territorial, y la falta de una zonificación ecológica y económica eficaz (Cutipa y Caballero, 2024).
En cuanto a la agricultura, “entre las principales causas de la deforestación se encuentra la agricultura comercial” (WWF, 2024). La expansión de la frontera agrícola, especialmente destinada al cultivo de soja, palma aceitera y otros productos, constituye uno de los factores más significativos detrás de la pérdida de bosques en América Latina. En el caso de San Martín, las causas principales de la deforestación “corresponden principalmente a las plantaciones de café, cacao, palma y a la ganadería” (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022, p. 21). Por su parte, en Ucayali, la mayoría de alertas de tala de bosques se relaciona con la instalación de plantaciones de hoja de coca (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022).
Asimismo, entre las principales causas de la deforestación en el Perú, se encuentran los procesos migratorios, los cuales generan un cambio significativo en el uso del suelo y fomentan la expansión de la agricultura informal en reemplazo de los bosques naturales (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022). Este fenómeno, presente a nivel nacional, ha tenido especial impacto en ciertas provincias que, desde el siglo pasado, han recibido grandes flujos migratorios de colonos, y que en la actualidad continúan recibiendo población proveniente de la costa y la sierra. Dichos movimientos han impulsado un uso intensivo de los suelos con fines agrícolas, ocasionando la progresiva sustitución de los bosques naturales (Cutipa y Caballero, 2024).
Además, “la minería y la urbanización contribuyen significativamente a la deforestación, ya que la extracción de recursos minerales y el crecimiento urbano requieren la intervención de áreas forestales” (WWF, 2024). En el caso peruano, la expansión de la minería ha sido notable: su presencia pasó de 12,900 hectáreas a 75,300 hectáreas, es decir, se multiplicó 5.8 veces (Hallazi, 2022). La minería ilegal constituye, en este sentido, un grave problema ambiental que se concentra principalmente en las riberas de los ríos, donde se instalan campamentos informales. A ello se suma la influencia del narcotráfico, extendido en zonas alejadas de los centros poblados, que impulsa la deforestación y transforma áreas boscosas en campos de cultivos ilícitos.
Un ejemplo ilustrativo es el de la comunidad nativa de Unipacuyacu, del pueblo kakataibo, en Huánuco, que se encuentra asediada por el tráfico de tierras, el narcotráfico, así como por la tala y la minería ilegales (Hallazi, 2022). Asimismo, en regiones como Ucayali, “existe deforestación producto del narcotráfico y en la región de Madre de Dios producto principalmente de la minería ilegal» (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022, p.34).
La creación de áreas de exclusión, donde bosques son reemplazados por zonas agrícolas, favorece la impunidad frente a la tala ilegal, el desbosque y el cambio de uso. Este despojo impulsa violencia contra líderes indígenas y evidencia el retiro del Estado en zonas rurales, que luego son ocupadas por grupos criminales ligados a la tala, minería informal y narcotráfico, que promueven economías ilícitas y debilitan las instituciones (Cali, 2024).

Imagen: WWF
3. Huella ecológica de la deforestación
La deforestación genera múltiples consecuencias ambientales adversas. Una de las más relevantes es su fuerte contribución al cambio climático, pues “los bosques actúan como sumideros de carbono, absorbiendo CO2 de la atmósfera. Cuando estos bosques son talados, el carbono almacenado se libera, aumentando los niveles de gases de efecto invernadero y exacerbando el calentamiento global” (WWF, 2024). Además, los bosques cumplen funciones esenciales para el equilibrio ecológico: regulan el clima, capturan y almacenan carbono, purifican el aire, protegen los suelos frente a la erosión, regulan el recurso hídrico y proporcionan hábitat tanto a la fauna como a comunidades humanas (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022).
Además, la pérdida de bosques ocasiona una grave disminución de la biodiversidad. “Los bosques albergan a numerosas especies de flora y fauna, muchas de las cuales son endémicas y no pueden sobrevivir fuera de su hábitat natural” (WWF, 2024). Esta situación implica no sólo la reducción de especies, sino también la degradación de los ecosistemas que sostienen sus hábitats, poniendo en riesgo el equilibrio de la Amazonía. A ello se suma otro efecto profundo de la deforestación es su impacto en la seguridad alimentaria, particularmente en la caza y la pesca. “El ruido de las máquinas, las motosierras y los aserríos ahuyenta a los animales. […] El olor de los combustibles ha contribuido a que se alejen aún más” (Prada, 2023, p. 49).
Por otro lado, se produciría una pérdida significativa de los servicios que brindan los bosques en todos sus niveles (madera, alimentación, paisajísticos, turísticos, entre otros). A ello se suma la reducción de recursos esenciales para las comunidades que dependen de ellos, así como el deterioro de los ecosistemas que regulan el ciclo del agua, el clima local y la biodiversidad en general.
La deforestación también degrada el suelo, volviéndolo más vulnerable a la erosión, lo que repercute en su fertilidad y puede generar deslizamientos de tierra. Como señalan Cutipa y Caballero: “La pérdida de cubierta forestal aumenta la erosión del suelo y las pérdidas de nutrientes, perjudica la fertilidad del suelo, y afecta la capacidad del suelo para sustentar los cultivos a largo plazo” (2024, p. 118).
Los efectos de la deforestación incluyen la pérdida irreversible de biodiversidad y alteraciones en los ciclos hídricos, esenciales para la estabilidad ambiental y el bienestar local. La deforestación reduce los recursos renovables y acelera la desaparición de especies animales.
4. Respuestas frente a la deforestación: avances y desafíos
En respuesta a la creciente problemática de la deforestación, el Estado peruano ha adoptado compromisos internacionales y acciones nacionales orientadas a la protección de los bosques. En este marco, “el gobierno del Perú se suscribió a la ‘Declaración de Glasgow sobre los bosques y el uso de la Tierra’ para promover la conservación de los bosques, proteger el medio ambiente y garantizar el equilibrio entre las personas y los recursos terrestres” (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022, p. 5). Aunado a ello, el Ministerio del Ambiente implementó una plataforma llamada Geobosques, la cual “sirve para poder identificar las zonas con mayor deforestación del país, así como aquellas zonas en la que se produzcan alertas en tiempo real” (Peirano, De la Flor y Vilchez, 2022, p. 34).
Junto con estas medidas, es necesario impulsar acciones concretas que garanticen el uso responsable de los recursos forestales. En ese marco, se puede destacar la promoción de la madera legal, donde se puede “obligar a las autoridades públicas y dar incentivos a entidades privadas para que compren sólo madera legal con certificados de origen es una medida importante en la lucha contra la tala ilegal» (Cutipa, Caballero, 2024, p. 124). Otra estrategia clave contra la deforestación es la reforestación y restauración de ecosistemas degradados, lo que permite recuperar la biodiversidad y restablecer servicios ambientales esenciales. Además, es indispensable que las empresas asuman compromisos de cero deforestación en toda su cadena de suministro, evitando impactos ambientales irreversibles.
En este sentido, las iniciativas económicas deben orientarse a un modelo que no solo priorice la rentabilidad, sino que también incorpore criterios de sostenibilidad a largo plazo. De esta forma, es posible mantener un equilibrio adecuado entre el desarrollo económico, la conservación de los recursos naturales y el bienestar de las comunidades que dependen directamente de los bosques.
5. Conclusiones
La deforestación en la Amazonía peruana, impulsada por la tala ilegal, la agricultura, la minería y el narcotráfico, ha generado graves impactos ambientales y sociales, desde la pérdida de biodiversidad hasta la vulneración de derechos de las comunidades indígenas. Aunque existen políticas y herramientas como la plataforma Geobosques, es urgente fortalecer la gobernanza forestal y garantizar la participación activa de los pueblos indígenas para frenar la degradación y asegurar un desarrollo sostenible.


