Finalmente se presentó la oportunidad. Después de ser guía ecológica, Deborah Montoro se enteró del concurso Ecoart y decidió participar. Esta iniciativa, bajo el rótulo «acciones simples grandes cambios», propuso un reto: crear una obra de arte a partir de botellas de plástico e inspirada en la cultura chavín. Para nada tarea fácil. Por eso animó a su amiga Silvia Zamata para concursar. Ella convocó a Jorge Kanna y este último llamó a Carlos Montes para formar un equipo y afrontar el desafío.
Los cuatro pertenecen a la Facultad de Arte PUCP, pero son de diferentes especialidades. Cada uno desde su rama aportó desde la elaboración de la idea hasta el producto final. Creyeron que el lanzón era la figura ideal en este caso y que el apelativo «marino» concordaba con el lugar de exposición: la playa. Recolectar casi 400 botellas de plástico, seleccionarlas y agruparlas no fue tarea fácil. Armar el «Lanzón Marino» trajo una serie de problemas por sus dimensiones y más aún cuándo su único y pequeño talado se malogró.
En el camino se dieron cuenta de que el arte no es tan ecológico, que faltan herramientas y materiales menos tóxicos. También pensaron que «además de hacer una obra de arte con botellas de plástico, el proceso también tiene que ser ecológico: usar el mínimo de agua, aprovechar el día y ahorrar energía». Además ellos ven que este tipo de obras no son únicamente simbólicas, sino que pueden ser realmente arte. En palabras de Deborah: «No se trata de reciclar por reciclar, se trata de hacer una obra que genere impacto en las personas».
Mira las fotos de nuestros cuatro artistas durante una tarde de trabajo.
