Entrevistas
23/11/2015

«No hemos aprendido las lecciones que nos dejó el Fenómeno El Niño»

 

 

Gilberto Romero, director del Centro de Estudios y Prevención de Desastres (PREDES), nos habla de nuestra labor, como sociedad civil y Estado, frente al Fenómeno El Niño, a poco tiempo de que comiencen a darse las primeras manifestaciones. Así también, nos brinda una serie de recomendaciones para empezar a actuar y prevenir grandes desastres.

 

El Centro de Estudios y Prevención de Desastres es una organización que tiene como finalidad contribuir a reducir la vulnerabilidad y el riesgo de desastres en el país. En ese sentido, impulsa la gestión del riesgo de desastres como una actitud permanente y como un instrumento para el desarrollo sostenible.

 

¿Cuáles son las zonas poblaciones más vulnerables y expuestas en Lima frente a El Niño?

 

Las quebradas y las laderas. Una zona de quebradas en Lima es, por ejemplo, Chosica. El río Rímac también es todo un problema porque cuando se carga puede crear desbordes y rupturas en diferentes lugares, hasta en todo su recorrido.

 

Lima no se caracteriza por tener vegetación en los cerros, son terrenos áridos donde una lluvia que cae baja en forma de lodo. Ese es el peligro que tienen las viviendas que están en laderas o en quebradas, que acumulan el material de los huaycos. En los años 97-98 soportamos temperaturas muy altas, pero a la vez caían lloviznas y todas las laderas se ponían verdes. Todos esos cerros eran puro barro que caía sobre viviendas de estera, penetrando las que tenían techos de plástico, y gente, niños viviendo al interior de esas viviendas, sin zapatos, en medio del charco, con bronquitis.

 

Si se produce una lluvia un poco más intensa, empezamos a tener problemas incluso en la misma ciudad, porque hay viviendas antiguas que, si con un sismo se pueden caer fácilmente, también con las lluvias. Como no tienen drenaje ni techos impermeables, se humedecen y pueden colapsar varias casas. Puede empozarse el agua en los patios interiores de las casas y en algunas partes de la ciudad, como la Vía Expresa o debajo de los puentes, que no tienen drenaje, porque nadie ha pensado que en esta ciudad alguna vez puede llover fuerte.

 

¿Qué es lo que la sociedad civil, desde su posición, puede y debe hacer?

 

Todos tenemos un rol frente al riesgo de que se produzcan desastres. Encontrándonos a pocas semanas de que comiencen las primeras lluvias, urge que a través de las organizaciones sociales se desarrolle la mayor difusión posible de información sobre el Fenómeno El niño, con miras a sensibilizar a la población sobre la peligrosidad que tiene y orientar sobre qué hacer. Esto es algo que no viene haciendo el Gobierno ni los municipios. No sé si no hay voluntad política o faltan ideas, pero todas las organizaciones sociales deben participar.

 

Lo que hace falta es —primero— identificar las zonas vulnerables que tenemos en nuestra casa o barrio. En segundo lugar, debemos ver si todavía nos da tiempo de hacer algunos reforzamientos, sobre todo en los techos, que hay que impermeabilizarlos. Luego tenemos que ver hacia dónde vamos a hacer correr el agua para que no se empoce.

 

Es necesario también revisar todo el sistema de cableado eléctrico, porque en los postes y  encima de los techos corren varios cables resecos por el tiempo, que están pelándose y pueden ocasionar un cortocircuito en caso de que caiga agua. También, debemos reforzar determinados tipos de muros que están a punto de caerse, sobre todo en las áreas antiguas.

 

En su opinión, ¿cómo va el trabajo del Estado respecto a la prevención y mitigación de los efectos del Fenómeno del Niño?

 

El Gobierno ha asumido, primero tímidamente y después más decididamente, actividades de reducción de riesgos y de preparación. Ha preferido trabajar desde el nivel nacional, o sea con los ministerios, en las diferentes regiones que van a ser afectadas por El Niño. Los Ministerios de Agricultura y de Vivienda son los que han decidido hacer limpieza y descolmatación de los ríos del país. Recién hace poco se empezó a transferir fondos a algunos gobiernos regionales para hacer obras, pero eso es algo que ha demorado y no debió demorarse así.

 

Creo que el Gobierno en esta ocasión felizmente no tiene problemas económicos y el nivel de inversión pública está muy bajo; esta sería una gran oportunidad para invertir. Por otro lado, se ha formado un Consejo Nacional de Gestión del Riesgo del Fenómeno El Niño, llamado CONAGER, y se está haciendo participar a los Ministerios de Defensa y del Interior en estos temas, pero hay cero participación ciudadana.

 

Ante el Fenómeno El Niño, quizá lo más importante que hay que decir es que no se han aprendido las lecciones y, por tanto, no se ha incorporado la gestión de riesgos como parte dela cultura institucional. O sea, terminó El niño en el 97-98, se avanzaron algunas cosas de la reconstrucción en los cinco años siguientes, pero no se hicieron cambios importantes, como pensando que nunca más vendría. Y tenemos que saber, los gobiernos sobre todo, que el Fenómeno El Niño es algo con lo cual debemos contar siempre, igual que los terremotos. Hay que pensar en el largo plazo.