
Por Andreé Mariño Hinojosa, voluntario Clima de Cambios
Con el paso del tiempo, el acceso al internet se ha ido incrementando a una escala impresionante. La digitalización ha creado nuevos espacios de información, ocio, comunicación y más. Si bien uno espera que este proceso revierta los índices de contaminación ambiental, podemos afirmar que este hecho no sucede tanto así. En esta nota, se expone cómo el uso de herramientas digitales como internet tiene repercusiones en el medio ambiente que pasan desapercibidas para gran parte de nosotros.
Ante el incremento del uso de internet alrededor del mundo, la huella de carbono digital ha ido aumentando de modo proporcional. Esta situación refleja que este ha ido cobrando mayor importancia y adquiriendo más alcance entre los usuarios de una manera extraordinaria. Fraguela expresa que, para el año 2000, el número de internautas era solo de 396 millones, mientras que, para el 2025, esta cifra aumentó exponencialmente en un 1,301%, el cual representa 5,568 millones de usuarios que hacen uso de las redes (2025). Estas cantidades son una demostración de cómo el alcance de internet tuvo una variación demasiado significativa en tan solo 20 años. Ahora pongámonos a reflexionar que esto aún no parará.
Por esta razón se considera pertinente explicar cómo el uso de internet tiene efectos en el medio ambiente aunque la mayoría no nos percatamos o pensemos que son inexistentes. Para explicar mejor esta problemática ambiental, primero debemos pasar a definir qué se entiende por contaminación digital. “Zamora la divide en dos partes, una está relacionada con la contaminación que se genera por los centros de datos e infraestructura de red y la otra está relacionada con los mismos equipos de consumo” (2022, p.4). Los centros de datos son espacios físicos que sirven para almacenar y recopilar información digital, como fotos, videos, correos, mensajes que se encuentran en la nube de Google Drive o tus preferencias de películas/series cuando haces uso de una plataforma de streaming. Estos mecanismos requieren mantenimiento para operar correctamente.
Empero, el tema está en que en la actualidad no se hace uso de energías renovables como la solar, sino que emplean como recurso fuentes de energía que tienen como base el carbón, petróleo o gas natural. Asimismo, requieren el consumo de altas cantidades de electricidad que a la larga son perjudiciales para el medio ambiente. Por ejemplo, en Irlanda, país que contiene la base de datos de empresas como Google, ha experimentado una fuerte preocupación pues el uso de electricidad para estas bases de datos representó el 21% del total de su electricidad, superando así la utilizada por todos los hogares urbanos, que representa un 18% (Ambrose, 2024,1). No es exagerado pensar que esto puede incluso frenar muchos objetivos sostenibles en el mundo. “De hecho, sabías que si internet fuera un país, sería el sexto más contaminante del mundo, tal como ya alertaba Greenpeace hace algunos años en su informe de 2017” (Martin, 2021, p.1). Ante ello, se pasará a describir cómo las actividades cotidianas en internet tienen repercusiones en el medio ambiente.

Imagen: BBC
La contaminación digital en nuestras computadoras
El simple hecho de usar herramientas como Google llega a emitir cierta cantidad de gases de efecto invernadero. En un informe de National Geographic, se mostró que una simple búsqueda en internet libera en el medio ambiente 0.2 gramos de CO2. Así, según el propio Google, el efecto invernadero causado por mil búsquedas equivaldría a conducir un coche durante un kilómetro (2019). Si nos ponemos a pensar más a fondo, considerando la cantidad de horas que uno le dedica a internet sumado a la cantidad de usuarios que existe, nos daría una cifra alarmante de CO2 liberada al medio ambiente. Poco a poco, esas cifras se irán acumulando y no hay que esperar tanto tiempo para tomar medidas al respecto.
Las emisiones de dióxido de carbono están en prácticamente toda la actividad digital que hacemos en nuestra rutina cotidiana. “Visualizar 30 minutos de video en YouTube emitirá aproximadamente 3 gramos de CO2, la transmisión de un programa de una hora en Netflix liberaría de 56 a 114 gramos e incluso un simple correo almacenado crea 10 gramos de CO2 al año” (Iberdrola, 2024). Entonces, esas acciones tan simples no debemos pasarlas tan desapercibidas. No se pide que dejes de usar el internet, porque no es lo adecuado, sino que puedas optimizar su uso y no sobrecargar información innecesaria en la nube que luego generará una carga en los centros de datos.
De ese modo, se pasará a brindar recomendaciones muy sencillas para disminuir nuestra huella de carbono digital. Primero, en el tema de correos electrónicos, se puede eliminar correos innecesarios, así como desuscribirte a correos promocionales que no te interesan. Segundo, hay que intentar cerrar pestañas o apps en segundo plano, pues eso incrementa el consumo de la red. Tercero, hay que intentar ver videos en una calidad estándar, ya que no siempre necesitarás ver todo en 4k, ¿cierto? La cuarta recomendación va dirigida para las grandes compañías, como Google, que usan una gran cantidad de energía en sus bases de datos y es que debemos trabajar para que se transite al uso de energías renovables. Asimismo, ayuda mucho que estos centros de datos se ubiquen en climas fríos para reducir el uso de refrigeración artificial. Esto es un proceso que tomará años, pero si se va por este camino más ecoamigable, se transitará a una nueva era digital que esté en armonía con el planeta. Para finalizar, recuerda que cada clic cuenta y más en un mundo digital como el de hoy; por ello, debes tomar conciencia de cómo usas el internet. Pequeños cambios construirán el puente a un futuro digital más sostenible y limpio.