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Descifrando rutas metabólicas de la degradación de colorantes azoicos en Shewanella xiamenensis LC6 mediante análisis transcriptómico y proteómico para su aplicación en procesos de biorremediación
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SARS-CoV-2 es un virus ARN monocatenario positivo envuelto que forma viriones de entre 50-200 nm de diámetro [1]. El genoma del virus codifica cuatro proteínas estructurales: la proteína S (SPIKE), la proteína E (envoltura), la proteína M (membrana) y la proteína N (nucleocápsido) [2]. La proteína N se encuentra dentro del virión asociada con el ARN viral, mientras que las otras tres están asociadas con la envoltura viral. La proteína S se ensambla en homotrímeros y formando las estructuras que sobresalen de la envoltura. SPIKE contiene el dominio de unión al receptor de la célula huésped (RBD) y, por ende, es la proteína que determina el tropismo del virus. También es responsable de la fusión virión-membrana celular, permitiendo la liberación del genoma viral al interior de la célula huésped [3,4]. SARS-CoV-2 penetra las células del huésped utilizando una exopeptidasa de membrana como receptor (ACE2: Enzima convertidora de angiotensina 2), presente principalmente en tejidos renales, pulmonares y cardíacos [5]. El role fisiológico de ACE2 es transformar la angiotensina I en angiotensina 1-9 y la angiotensina II en angiotensina 1-7. ACE2 está asociado a la protección contra la hipertensión, la arteriosclerosis y otros procesos vasculares y pulmonares. En modelos animales, la ausencia de ACE2 conduce a un incremento del daño pulmonar e induce un síndrome de dificultad respiratoria aguda. Por otro lado, la sobreexpresión de ACE2 protege al pulmón [6¿8]. Se han observado niveles altos de angiotensina II en pacientes con COVID-19 y también una correlación entre la carga viral y el daño pulmonar. Este desequilibrio del sistema renina-angiotensina-aldosterona podría estar relacionado con la inhibición de ACE2 [9]. Este efecto ya ha sido descrito en el brote de SARS-CoV-1 [10,11]. Basándose en la estructura del complejo SPIKE-ACE2 [12], investigadores del MIT desarrollaron un péptido (SBP1) que se une fuertemente a la proteína S, inhibiendo su interacción c
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