Mirko Lauer sobre el Visitador Apostólico

Columna publicada en el diario La República sobre la anunciada visita de un enviado del Vaticano.

Desde el corazón de la iglesia

Ya se conoce el nombre (aunque todavía no en esta columna) de la persona que enviará el Vaticano para sentarse a conversar con la Pontificia Universidad Católica del Perú. Da toda la impresión de que el interés directo de Roma en el tema de la universidad descoloca al cardenal Juan Luis Cipriani en este conflicto.

Sería ingenuo pensar que el Vaticano interviene para defender el statu quo de la PUCP. Pero es improbable que Roma quiera desmantelar el carácter moderno y liberal de esa universidad, o que le interese reinterpretar las disposiciones testamentarias de José de la Riva Agüero, o incluso terciar entre Cipriani y la PUCP.

Lo más probable es que la misión del enviado sea informarse directamente sobre la situación en Lima, pasando por alto las versiones transmitidas o llevadas a Roma por las partes interesadas o sus agentes. Así, aparece una nueva perspectiva en el conflicto, que no tendría por qué ser ella misma conflictiva.

El Vaticano tiene su propia visión sobre la marcha de las instituciones universitarias católicas, expresada en la carta  apostólica Ex Corde Ecclesiae en 1990. Un documento que fue polémico desde su aparición, y lo sigue siendo. Las divergencias con muchas universidades católicas y grupos de obispos de los EEUU y otros países continúan a la fecha.

Si bien Ex Corde propugna un apego a lo eclesiástico y aspectos administrativos, su preocupación central es académica. Más importante aún, el texto de Juan Pablo II transmite un profundo respeto por las personas que llevan adelante la tarea de instituciones católicas que buscan también la verdad científica.

De modo que el Vaticano podría tener cosas propias que decir sobre la principal universidad católica peruana. Pero la perspectiva de su documento rector está a mucha distancia de la campaña cardenalicia y mediática contra la PUCP y sus integrantes que hemos visto en estos años. Enviar a un delegado propio a Lima lo confirma.

En un plano más político, una somera revisión de los 20 años de la carta apostólica muestra que ella concitó la participación activa de un número importante de obispos, y que en ningún momento promovió que la educación católica se pusiera a las órdenes de una sola autoridad de la iglesia en cada país.

Obviamente la PUCP va a recibir la posibilidad de un diálogo del enviado de Roma con los brazos abiertos. No porque vayan a coincidir en todo, sino porque se abre la posibilidad de un diálogo a otro nivel. Es de esperar que la prensa enemiga de la PUCP no ponga en marcha una campaña de ataques al todavía innominado visitante del Vaticano.

Publicado en La República el 15 de octubre del 2011.

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